Tras el accidente en la cuarta unidad de energía de la central nuclear de Chernóbil en abril de 1986, se liberaron a la atmósfera toneladas de radionucleidos (estroncio, cesio, uranio y plutonio). Sus larguísimas vidas medias convirtieron la zona de exclusión en uno de los lugares más peligrosos del planeta, e incluso después de casi cuatro décadas, la situación sigue siendo difícil.
Fondo de radiación y tiempos de recuperación
Según el director de la Agencia Estatal para la Gestión de la Zona de Exclusión (SAZV), Hryhoriy Ishchenko, en los 39 años transcurridos desde el desastre, el nivel de radiación de fondo prácticamente no ha disminuido. Los elementos más peligrosos, el plutonio y el uranio, se desintegran durante cientos de miles de generaciones, y su vida media alcanza los 20.000 años.
"El pronóstico optimista de los expertos es que la zona podría ser adecuada para la habitación humana permanente no antes de 20.000 años", señaló Ishchenko.
Parte del territorio permanece cerrado, pero se han abierto al turismo rutas especialmente probadas. Se consideran seguras, siempre que se sigan estrictamente las instrucciones y las normas de seguridad radiológica.
La energía verde en el epicentro del desastre
A pesar de los riesgos ambientales, la zona de Chernóbil se está convirtiendo gradualmente en una plataforma para nuevas tecnologías. Una de las líneas de actuación ha sido la introducción de energías renovables.
Este año, con el apoyo del Ministerio de Protección Ambiental e inversores extranjeros, se puso en funcionamiento una planta solar de 762 kW en Chernóbil. Otra planta solar de 1 MW ya está en funcionamiento junto a la central nuclear. En conjunto, producen aproximadamente 1,7 MW de energía limpia, y se prevé ampliarla a 2 GW.
De la zona de tragedia a la plataforma del futuro
Chernóbil aún nos recuerda uno de los mayores desastres provocados por el hombre en la historia de la humanidad. Al mismo tiempo, la región inicia una nueva etapa de transformación: de ser un territorio inhabitable, se está convirtiendo gradualmente en un espacio para la experimentación en el campo de la energía verde y proyectos ambientales. Sin embargo, el camino hacia la recuperación total y una vida segura no se mide en décadas, sino en milenios.