Las semillas de calabaza y girasol han sido desde hace mucho tiempo un complemento popular para ensaladas, batidos y muesli. Son crujientes, sabrosas y están repletas de nutrientes, pero cada tipo tiene sus propias ventajas.
Según los nutricionistas, ambos tipos de semillas contienen grasas saludables, fibra y proteínas, pero su composición es diferente.
Si tu objetivo principal es aumentar tu consumo de fibra, las semillas de girasol son una mejor opción. 100 gramos contienen aproximadamente 11,1 gramos de fibra, mientras que las semillas de calabaza contienen 6,5 gramos. La fibra favorece la digestión, proporciona una sensación de saciedad y reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes y obesidad.
En cuanto a proteínas, las semillas de calabaza son las líderes: 100 gramos contienen aproximadamente 29,8 g de proteína, mientras que las semillas de girasol contienen 19,3 g. Además, aportan al organismo ácidos linoleicos beneficiosos, que estabilizan los niveles de azúcar en sangre y mejoran los niveles de colesterol.
Otro beneficio importante de las semillas de calabaza es su alto contenido de magnesio: unos 550 mg por 100 g, frente a los 129 mg de las semillas de girasol. El magnesio es necesario para la función cardíaca, la fortaleza ósea y la regulación de la presión arterial.
A pesar de sus diferencias en composición, los expertos recomiendan combinar ambos tipos de semillas. Las semillas de girasol son ricas en selenio y vitamina E, que pueden ayudar a las personas con diabetes a controlar los niveles de azúcar en sangre. Las semillas de calabaza se han relacionado con un menor riesgo de ciertos tipos de cáncer, incluido el cáncer de mama.
Añadir semillas a tu dieta regularmente favorece la salud, aporta energía y añade un agradable sabor a nuez a tus comidas. Simplemente espolvorea un puñado de semillas en tu ensalada, yogur o avena para que tus comidas sean más nutritivas.

