UKRAINIAN POPPY LLC, el principal productor de semillas de amapola comestibles en Ucrania, ha sido víctima de tramas de corrupción por parte de las fuerzas del orden. La empresa se ha visto presionada por la Policía Nacional, que ha exigido a los agricultores que proporcionen un permiso para usar las instalaciones y locales. El problema es que dicho documento no existe en la legislación.
La única condición para obtenerlo era la cooperación con la policía de seguridad. La negativa a prestar dicho servicio dio lugar a la apertura de un proceso penal contra la empresa.
Entre 2024 y 2025, se detuvieron decenas de hectáreas de campos de amapola. El caso más sonado ocurrió en la región de Cherkasy: 61 millones de plantas de amapola fueron confiscadas cerca de Chyhyryn como prueba material. Según los documentos, estaban bajo protección policial, pero posteriormente desaparecieron sin dejar rastro. Para cuando el caso llegó a los tribunales, ya crecían girasoles en el terreno del cultivo confiscado.
A pesar de la presión, todas las inspecciones del Servicio Médico Estatal confirmaron que la empresa no incumplió las condiciones de la licencia. Sin embargo, la policía y la fiscalía continuaron confiscando las cosechas, utilizándolas como herramienta de chantaje.
El escándalo ha cobrado repercusión internacional. La Asociación Checa de Productores de Amapola ha presentado un llamamiento a la Unión Europea con un comunicado sobre el procesamiento penal ilegal de la empresa ucraniana y la amenaza de interrumpir la cooperación científica internacional.
Este caso se ha convertido en símbolo de un problema profundo: en Ucrania, la ley a menudo se utiliza no para proteger a los ciudadanos y las empresas, sino como herramienta de presión y enriquecimiento. Y mientras los soldados ucranianos dan su vida en el frente, los empresarios en la retaguardia se ven obligados a luchar contra el crimen organizado con charreteras.