Un consorcio de bancos estatales —Oschadbank y Ukreximbank— ha ejecutado la hipoteca del complejo comercial y de oficinas Gulliver: un activo con un valor estimado de unos 130 millones de dólares ya ha acabado en el balance de los acreedores, mientras que cerca de 370 millones de dólares en deudas siguen siendo objeto de largos procedimientos legales en Ucrania y en el extranjero. Según los participantes del mercado, los bancos aún no han acordado una estrategia común para el futuro del complejo.
Existen diferencias fundamentales entre los acreedores estatales: Oschad insiste en estabilizar la gestión, reanudar las operaciones y renegociar los contratos con los inquilinos para recuperar el valor del activo, mientras que Ukrexim considera la instalación como no esencial y aboga por su venta. Estos diferentes enfoques dificultan la toma de decisiones rápida y podrían prolongar el plazo de liquidación.
Oschadbank argumenta que su antiguo propietario, la empresa Three O, supuestamente utilizó los fondos no para reembolsar el préstamo, sino para restaurar otras garantías destruidas durante los ataques con misiles. Ukrexim no confirmó oficialmente esta versión, citando diferentes evaluaciones sobre la viabilidad económica del mantenimiento del complejo.
Al mismo tiempo, Gulliver estaba bajo la atenta mirada de ARMA: la agencia designó a un administrador temporal mediante una subasta, tras la cual los medios informaron sobre posibles vínculos entre el nuevo administrador y el propietario real del activo, así como sobre quejas sobre el procedimiento de licitación. Los representantes de las autoridades reguladoras aún no han publicado sus conclusiones definitivas sobre la legalidad de dichos procedimientos.
La Oficina de Seguridad Económica informó sobre un proceso penal por evasión fiscal durante el período 2019-2021 en relación con las actividades del antiguo propietario de la empresa. El importe indicado de las reclamaciones fiscales asciende a unos 146 millones de UAH; el caso está pendiente en los tribunales. Las investigaciones periodísticas también alertaron sobre ciertos riesgos para la reputación asociados con la conducta de los propietarios finales, que requieren verificación adicional por parte de las autoridades oficiales.