Un "plan de paz" para Ucrania que no implique una desocupación y sí una consolidación de facto de los territorios ocupados por Rusia podría costar caro a la Unión Europea y crear un período prolongado de incertidumbre, escribe el columnista de Reuters Pierre Brianson, evaluando las posibles consecuencias de un escenario de ese tipo para la región.
El principal desafío, dijo Brianson, es si el Kremlin alguna vez aceptará entregar a Ucrania las reservas rusas congeladas (unos 300.000 millones de dólares en activos mantenidos en Estados Unidos, Gran Bretaña, Japón y Europa) que muchos gobiernos de la UE creen que deberían ser una fuente clave de financiación para la recuperación.
Sin embargo, si Moscú no lo hace, la mayor parte de la carga recaerá sobre Europa. «En lugar de que Rusia asuma la mitad de los costes cediendo sus reservas congeladas, los aliados de Ucrania podrían tener que asumir la mayor parte de la carga», señala el columnista.
El Banco Mundial nos recuerda que la reconstrucción de Ucrania requiere la participación de gobiernos extranjeros, instituciones internacionales e inversores privados. Sin embargo, el sector privado no participará en inversiones mientras la situación de los territorios siga siendo incierta y el riesgo de una nueva guerra sea demasiado alto. Esto significa que la carga financiera recaerá sobre los socios durante mucho tiempo.
Antes de la guerra, las regiones de Donetsk y Luhansk representaban alrededor del 15% del PIB de Ucrania. La pérdida de estas regiones y la incertidumbre sobre su estatus hacen que la recuperación económica sea un proceso largo y difícil.
Además, la UE tendrá que financiar el regreso y la adaptación de los refugiados ucranianos, proporcionarles formación y apoyo social y ayudar a miles de militares que volverán a la vida civil.
La violación de la integridad territorial también complica la posible adhesión de Ucrania a la UE. Mientras el estatus internacional de las regiones ocupadas esté suspendido, el camino hacia la adhesión enfrentará importantes obstáculos políticos y legales.
Brianson advierte que ni siquiera una "paz" condicional supondrá una reducción de los riesgos para Occidente. Al contrario, los países europeos podrían verse obligados a aumentar el gasto en defensa más rápido de lo previsto.
Los inversores, cuyas acciones de defensa europeas cayeron un 5% tras el anuncio del primer plan de "paz" de Trump, no parecen comprender que Ucrania no es el único destino de las armas europeas. Los crecientes presupuestos de defensa de la región deberían destinarse a prepararse para un posible conflicto con Rusia , escribe.
Otra preocupación es el posible levantamiento de algunas de las sanciones estadounidenses contra Rusia en caso de un alto el fuego. Esto permitiría la recuperación de la economía rusa y destinar recursos a un mayor rearme.
The Atlantic sugiere que el "plan de paz" de Washington podría ser una maniobra táctica para suavizar las exigencias de Moscú. Sin embargo, Europa se muestra escéptica ante la idea, temiendo una inestabilidad a largo plazo.
Al mismo tiempo, el jefe de la Oficina Presidencial, Andriy Yermak, enfatizó: Ucrania no cederá sus territorios a cambio de la paz.

