La investigación estableció que el organizador del plan a gran escala era un ciudadano ruso, director de un holding farmacéutico y miembro de la Academia Rusa de Ciencias Médicas. Utilizó una filial en Ucrania y una base de producción en un país europeo para eludir las sanciones.
De hecho, en la plataforma europea, los medicamentos rusos simplemente se reenvasaron y se presentaron como productos de «producción europea». Esto permitió su legalización sin trabas en el mercado ucraniano.
Según la Fiscalía General, durante la guerra a gran escala, se vendieron drogas por valor de más de 270 millones de grivnas en territorio ucraniano. Parte de las ganancias se destinó directamente al propietario del holding en la Federación Rusa.
El plan involucraba al director y fundador de la empresa ucraniana, al gerente de registro de medicamentos, al jefe del departamento de calidad y al jefe de contabilidad. Ellos eran quienes organizaban el suministro, la legalización y la promoción de los medicamentos.
Entre los productos se encontraron productos a base de excrementos de conejo, veneno de serpiente y cuerpos triturados de abejas. Ninguno de estos productos ha sido confirmado por investigaciones internacionales, y su uso podría ser perjudicial para la salud.
Durante los registros en Kiev, las fuerzas del orden incautaron más de 40 cajas de documentación, ordenadores y teléfonos móviles con correspondencia sobre beneficios, elusión de sanciones y políticas publicitarias. También incautaron una vivienda de más de 700 m², propiedad de un propietario ruso, que se utilizaba como oficina y almacén.
A todos los implicados se les notificó la sospecha en virtud del apartado 3 del artículo 28 y del apartado 4 del artículo 111-1 del Código Penal de Ucrania, por realizar actividades económicas en beneficio de un Estado agresor como parte de un grupo organizado. Además, se inició la cancelación del registro estatal de 11 medicamentos.
La investigación está en curso.