En un artículo para The Wall Street Journal, el general de brigada retirado del Ejército estadounidense Mark T. Kimmitt pide una revisión de la actual estrategia de defensa en Ucrania y el abandono de la doctrina de la "defensa activa", que, en su opinión, repite los errores de la Guerra Fría. El general recuerda que la "defensa activa" en Europa Occidental significó en su momento intercambiar espacio por tiempo hasta la llegada de refuerzos, pero incluso entonces no hubo suficiente tiempo ni espacio en Europa para prolongar el conflicto por mucho tiempo. En su opinión, la aplicación actual de esta doctrina en Ucrania produce los mismos resultados ineficaces.
Kimmitt sugiere retomar las ideas de la "guerra profunda" y la estrategia aire-tierra, que implican atacar las vulnerables retaguardias del enemigo: logística, puestos de mando y refuerzos. Señala que, durante la era Reagan, Estados Unidos invirtió miles de millones de dólares en inteligencia, orientación y ataques de largo alcance, desarrollando los sistemas y armas que ahora están ampliamente presentes en el campo de batalla ucraniano de forma modernizada. Sin embargo, las limitaciones políticas en cuanto a alcance, objetivos y tipos de armas, afirma, limitan el impacto total de estas capacidades y dan tiempo a Rusia para reabastecer su munición, personal y logística.
El general enfatiza que las decisiones sobre restricciones deben recaer exclusivamente en los líderes ucranianos —el presidente y el mando militar— y no en los burócratas de Bruselas o Washington. Según él, las fronteras no deben convertirse en un refugio para objetivos críticos, y si Occidente busca la victoria, debe permitir que Ucrania aísle a las fuerzas rusas en el frente y cree las condiciones para operaciones ofensivas.
El artículo también menciona las conversaciones sobre la transferencia de armas de largo alcance. Anteriormente, en declaraciones públicas se mencionó la consideración de la transferencia de misiles Tomahawk, y algunos expertos militares ucranianos, incluidos representantes de la Reserva de las Fuerzas Terrestres, indicaron que la presencia de dichos misiles en un radio de hasta 3 mil kilómetros amenazaría la logística clave, los almacenes, los aeródromos y los cuarteles generales del enemigo. El tema de las armas de largo alcance y las normas para su uso sigue siendo objeto de intensas discusiones políticas y militares entre Kiev y sus socios.