Los diplomáticos europeos están tratando de encontrar un compromiso de último minuto que salvaría el acuerdo para proporcionar a Ucrania asistencia financiera vital en la cumbre de líderes de la UE, que tendrá lugar el jueves 18 de diciembre. Así lo informa Politico, citando fuentes de instituciones europeas.
Según la publicación, en vísperas de la cumbre de la Unión Europea, se ha generado una profunda división entre los países del norte y del sur de Europa. Los líderes de los estados se han dividido en dos bandos irreconciliables respecto al mecanismo de financiación de Kiev. La principal disputa gira en torno a la posibilidad de conceder préstamos a Ucrania a expensas de las reservas congeladas del Banco Central de Rusia, una parte significativa de las cuales se encuentra en la entidad financiera belga Euroclear.
Alemania, junto con los países del norte y este de Europa, insiste en que no hay alternativa al uso de activos rusos. Al mismo tiempo, Bélgica e Italia promueven cada vez más el llamado Plan B: financiar a Ucrania mediante deuda conjunta de la UE garantizada por el presupuesto general de la unión. Bulgaria, Malta, Hungría y Eslovaquia también se oponen al uso de activos congelados.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, propuso el miércoles dos opciones paralelas para salir de la crisis: un modelo basado en activos rusos y un escenario alternativo de endeudamiento conjunto de la UE. Según cuatro diplomáticos de la UE, un elemento clave del acuerdo podría ser la exclusión de Hungría y Eslovaquia del plan de pago conjunto de la deuda, ya que estos países bloquean sistemáticamente cualquier apoyo adicional a Ucrania.
A pesar de las declaraciones del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, de que la cuestión de los activos rusos supuestamente ya no se tratará en Bruselas, varios diplomáticos europeos cuestionan esta postura. Según ellos, utilizar los fondos rusos congelados sigue siendo la "única opción real" para garantizar una financiación estable para Ucrania.
La idea de una deuda común de la UE se ha topado tradicionalmente con la resistencia de los países del norte, que durante años se han mostrado reacios a garantizar bonos para los estados del sur más endeudados. Los diplomáticos comparan la situación actual con la crisis financiera de 2012-2013 y los programas de rescate griegos de 2015. Al mismo tiempo, los representantes de los países del norte enfatizan que su postura no se debe a temores sobre la solvencia de los socios, sino al deseo de proporcionar a Ucrania un recurso financiero predecible y a largo plazo.
Se espera que el primer ministro belga, Bart de Wever, impulse un análisis detallado del modelo de deuda conjunta en la cumbre. Sus partidarios lo consideran más económico y transparente. Sin embargo, sus críticos afirman que dicho enfoque requeriría la aprobación política de Viktor Orban, quien ha amenazado repetidamente con bloquear cualquier decisión sobre la ayuda a Ucrania.
Los diplomáticos afirman que, si el impasse persiste, la Comisión Europea tendrá que encontrar soluciones alternativas para la financiación y garantizar que Ucrania no se quede sin apoyo, permitiendo a los países individuales salvar la imagen política. Entre las posibles opciones se incluye eximir a los contribuyentes húngaros y eslovacos de contribuir a la defensa de Ucrania a cambio de que sus gobiernos levanten sus vetos.

