En las últimas tres décadas, los inviernos ucranianos se han vuelto notablemente más cálidos y con menos nieve; los periodos de heladas son cada vez más cortos y se ven reemplazados con mayor frecuencia por deshielos. Sin embargo, los meteorólogos advierten que la estación aún conserva sus fenómenos peligrosos característicos: nevadas, hielo y repentinas olas de frío.
Los meteorólogos han registrado un cambio a largo plazo en el régimen climático: los inviernos se han vuelto más cálidos y con menos nieve en comparación con mediados y finales del siglo pasado. «Los días de heladas se ven cada vez más reemplazados por deshielos, lo que provoca una capa de nieve inestable y la formación de hielo», afirmó el meteorólogo Vitaly Postrygan. Añadió que la formación de una capa de nieve estable no se produce todos los años y suele ocurrir en siete de cada diez inviernos, con mayor frecuencia en la tercera década de diciembre.
A pesar del calentamiento general, no hay motivo para alarmarse: no existen pronósticos científicos a largo plazo, y el invierno sigue siendo una estación fría con sus peligros habituales: hielo, congelación del suelo y de las masas de agua. Según las previsiones aproximadas, la temperatura media mensual en diciembre de 2025 y en enero-febrero de 2026 podría ser aproximadamente un grado superior a la media climática, señaló Postrygan, quien destacó que las estaciones se asemejan cada vez más al formato europeo: varios periodos cortos pero intensos de frío en lugar de heladas prolongadas.
La meteoróloga Vera Balabukh, del Instituto Hidrometeorológico de Ucrania, explica el aumento de casos de nieve húmeda y hielo por las frecuentes fluctuaciones de temperatura en torno a los cero grados y la llegada de aire húmedo del Atlántico. En caso de intervención de masas de aire ártico, los ciclones del sur pueden provocar fuertes nevadas y ventiscas, sobre todo en febrero.
Los expertos también señalan las consecuencias prácticas: menores costos de combustible y servicios públicos en años con poca nieve, pero a la vez, mayores riesgos para el transporte y mayores exigencias en materia de prevención de hielo y seguridad en cuerpos de agua durante los períodos de deshielo y congelación. Los meteorólogos recomiendan no ignorar las advertencias sobre cambios climáticos repentinos: las olas de frío intensas, aunque breves, y las precipitaciones intensas pueden provocar emergencias locales.

