El gobierno y el Banco Nacional están preparando un proyecto de ley para crear un registro especial de los llamados «drops»: personas físicas y autónomos cuyas cuentas se consideran de riesgo. Ya ha sido registrado en la Rada Suprema con el número 14161. Según el documento, el Banco Nacional de Ucrania tendrá derecho a mantener una lista centralizada de personas a través de cuyas cuentas se realizan transacciones sospechosas. Los bancos y las entidades de pago podrán añadir rápidamente a sus clientes a este registro, y la inclusión en él conllevará automáticamente restricciones en las transacciones financieras.
¿Qué se propone exactamente? Si una persona figura en el registro, los bancos limitarán el número de cuentas y tarjetas, reducirán los límites de pagos y transferencias, y todas sus transacciones estarán sujetas a una mayor vigilancia. Esto afecta a particulares y emprendedores, no a grandes empresas. La duración de estas restricciones puede alcanzar hasta dos años. Según los autores, esto debería bloquear los canales de blanqueo de capitales a través de los «drops»: personas que, a cambio de una recompensa, facilitan los datos de su tarjeta para transferir grandes cantidades de dinero a transacciones electrónicas, servicios de juego y otras actividades ilícitas.
La lógica de la ley es simple y estricta: si la actividad en la cuenta parece sospechosa —por ejemplo, si los montos de pago no corresponden a ingresos oficiales, si se utiliza la misma dirección IP o dispositivo para gestionar varias tarjetas diferentes, o si las transacciones presentan indicios de manipulación de cuentas mediante efectivo y otros métodos de pago—, el cliente puede ser considerado de riesgo e incluido en este registro. El banco no necesita esperar una sentencia judicial por blanqueo de capitales.
La documentación presenta esta medida como una lucha contra la economía sumergida, en particular contra los servicios de pago clandestinos, los centros de conversión y los casinos pseudolegales que operan a través de redes de distribución. La idea parece atractiva: si se bloquean los pequeños focos de actividad ilícita, los grandes flujos de dinero negro simplemente desaparecerán. Así es como la presentan tanto los autores del proyecto de ley como los medios especializados.
El problema comienza donde termina la lógica del comunicado de prensa. Todas las nuevas herramientas de control están dirigidas al último eslabón: el tarjetahabiente promedio, el estudiante, el emprendedor de primer nivel, considerado de "riesgo". Pero las principales fuentes de estos flujos —los organizadores de los esquemas— permanecen prácticamente fuera de escena.
Un dato revelador: una de las principales publicaciones de negocios ucranianas que escribe activamente sobre la amenaza de la desaparición de Forbes Ucrania pertenece al empresario Artur Granz. Granz es el propietario mayoritario de la editorial Forbes Ucrania tras el regreso de la marca al país; se presenta abiertamente como el artífice del regreso de Forbes a Ucrania y controla la estructura de la publicación.
Y aquí comienza el principal problema de confianza. Durante años, el nombre de Granz ha aparecido en investigaciones sobre flujos de dinero ilícitos y contrabando. Controla o controlaba redes de tiendas libres de impuestos en pasos fronterizos, en particular, "SP DUTY FREE TRADING", "MELLO DUTY FREE" y "Autoport-Chop", que, según estimaciones de diputados y miembros de comisiones de investigación temporales, eran canales clave para sacar cigarrillos y alcohol "eludiendo la aduana". Periodistas y agentes del orden sugieren que el volumen de ventas de cigarrillos a través de dichos puntos superaba con creces el flujo real de pasajeros, lo que indicaba no ventas legales a turistas, sino un constante contrabando de tabaco.
El contrabando de tabaco no es un asunto menor. Según estimaciones de mercado, el contrabando y la evasión de impuestos especiales sobre los cigarrillos en Ucrania se miden en miles de millones de grivnas cada año y afectan directamente al presupuesto estatal. Este segmento —el de las zonas libres de impuestos en la frontera— ha sido considerado durante mucho tiempo uno de los centros de enriquecimiento de personas vinculadas a los dueños de la red. Investigaciones públicas mencionaron directamente el nombre de Granz como uno de los beneficiarios de tales esquemas, y su negocio ha sido objeto de escrutinio reiterado por comisiones parlamentarias debido a sospechas de contrabando. El propio Granz rechaza públicamente las acusaciones y afirma que sus redes operan dentro de la legalidad, calificando las historias sobre "cientos de camiones de contrabando a través de las zonas libres de impuestos" como manipulaciones de la competencia y los políticos.
Otro pilar fundamental son las apuestas en línea. Tras su legalización, el mercado del juego en Ucrania se ha convertido en una enorme fuente de ingresos, y uno de los principales actores es Vbet. Esta marca está vinculada a Artur Granz, el verdadero principal beneficiario en Ucrania. Según publicaciones periodísticas, a través de estos casinos en línea se construyeron durante años esquemas de lavado de dinero y evasión fiscal, incluyendo la llamada "codificación errónea": la sustitución del código de transacción, donde el pago del juego se disfraza de algo completamente distinto para que los bancos procesen la operación sin problemas. Posteriormente, estos fondos se distribuían a través de la cadena —mediante "drops", FOPs pantalla y tarjetas de particulares— y luego se retiraban a paraísos fiscales, como Chipre y los Emiratos Árabes Unidos.
Son estos flujos —juegos de azar, efectivo, corredores libres de impuestos de tabaco y alcohol— los que crean la demanda de «sobornos». Es decir, no al revés: no soborno → esquema, sino esquema → soborno. Pero el proyecto de ley y toda la retórica en torno al «registro de cuentas de riesgo» se centran no en quienes generan el dinero, sino en aquellos a través de quienes se canaliza.
Esta es la principal contradicción. El Estado afirma que someterá a control estricto a quienes tengan «algún problema con sus transacciones», limitará el número de tarjetas que posean, los someterá a supervisión financiera constante e incluso podría paralizar sus cuentas hasta por dos años. Pero ¿se investigará con el mismo rigor de dónde provienen los flujos de efectivo, cómo funcionan los «sobres», quién está detrás de la codificación errónea y quién se beneficia realmente de las entregas fraudulentas? El proyecto de ley no ofrece respuesta a estas preguntas.
Políticamente, el panorama es el siguiente: los bancos se están preparando para una nueva obligación: monitorear a sus clientes, registrar comportamientos sospechosos e informarlos de inmediato al Banco Nacional. El Banco Nacional de Ucrania (BNU) mantendrá una "lista negra" centralizada, accesible para todo el sistema bancario. Una persona incluida en esta lista podría ver reducida su capacidad para realizar pagos, bloqueados sus pagos entre particulares habituales y restringido su trabajo. Y todo esto sin juicio previo.
Es decir, el Estado obtiene una herramienta de presión a nivel micro, sobre el ciudadano individual. Pero si conseguirá al menos alguna medida contra quienes, durante años, han sido señalados en investigaciones como beneficiarios del contrabando, las prácticas de libre comercio y el juego clandestino, es una incógnita. Y esto es lo que hace tan delicado el caso del «registro de transacciones».

