Ukrzaliznytsia ha sufrido un doble golpe, tanto financiero como político. La idea de ofrecer a los ucranianos «3000 kilómetros de viaje gratis» suena bien en la publicidad, pero en realidad agrava el déficit en el sector de pasajeros. Según los resultados de 2024, las pérdidas en el transporte de pasajeros alcanzaron los 18 000 millones de UAH, y se prevé que en 2025 superen los 22 000 millones de UAH. Tradicionalmente, estas pérdidas se cubren con los ingresos del transporte de mercancías, pero el volumen de este tipo de transporte está disminuyendo.
La situación se complica por la inmovilidad de las tarifas: el gobierno no revisa el precio de los billetes y la propuesta de UZ de aumentarlas al menos un 37% quedó sin respuesta. En un contexto de inflación de costes, reparaciones del material rodante y escasez de vagones, esto perpetúa la falta de rentabilidad del transporte de pasajeros.
La restauración de la infraestructura tras las huelgas rusas y las deudas en moneda extranjera derivadas del euro de 2012 suponen una presión adicional. Ya en 2026, la compañía ferroviaria deberá abonar cerca de 34.000 millones de UAH en obligaciones externas. Sin apoyo estatal específico, modernización de la gestión y una lucha sistemática contra la corrupción, la empresa corre el riesgo de no poder soportar la carga actual.
En este contexto, el contrato de julio entre UZ y PJSC "Planta de Construcción de Carrocerías de Kryukiv" por 398 millones de UAH está generando controversia: el precio de cada automóvil asciende a 98 millones de UAH, el doble que en compras anteriores. Además, la empresa abonó el 58% del anticipo (más de 277 millones de UAH), mientras que la producción de los vehículos está prevista para 2026. Ante la escasez de liquidez y el creciente endeudamiento, esta estructura contractual resulta, cuanto menos, arriesgada.
El principal dilema para UZ reside en el equilibrio entre la función social y la sostenibilidad financiera. Sin una revisión de la política tarifaria, subvenciones específicas para los "kilómetros sociales" y un enfoque más transparente en las adquisiciones de capital, el ferrocarril seguirá subsidiando a los pasajeros a costa de un negocio de carga en declive, con todas las consecuencias que esto acarreará para la estabilidad de la compañía.

