El diputado popular del partido "Siervo del Pueblo", Igor Kopitin, que preside la subcomisión de la Rada Suprema para la industria de defensa, se encontró en el epicentro de un escándalo debido a sus conexiones con una red de empresas dudosas registradas como empresas fachada y acusadas en procesos penales.
La antigua empresa de Kopitin, Rotor Ucrania, ahora está registrada a nombre de Alymkan Ashiralieva, una profesora de una aldea kirguisa. La mujer afirmó haber perdido su pasaporte y no tener conocimiento de su participación en docenas de empresas ucranianas. Figura como fundadora de unas 50 empresas en Ucrania, algunas de las cuales están implicadas en casos de malversación de fondos, blanqueo de capitales y evasión fiscal.
Entre dichas empresas se encuentran:
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Interlife Media Reozot LLC está mencionada en el caso de la confiscación de la propiedad del Operador GTS de Ucrania con pérdidas de más de 117 millones de UAH.
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La empresa Diamond Clean Service LLC está siendo investigada por compras ficticias de productos químicos domésticos y "servicios de limpieza" por un valor de 160 millones de UAH.
El propietario formal vive en el extranjero y no tiene ninguna conexión real con las operaciones de estas empresas, lo que permite a los organizadores de los esquemas retirar fondos sin el riesgo de un procesamiento penal.
Por otra parte, Rotor Ucrania está siendo investigada por presunta cooperación con empresas rusas del sector de defensa. La investigación se centra en vínculos con Constanta Airlines y personas asociadas con el empresario ucraniano Roman Mileshko, quien compró y arrendó aeronaves a entidades afiliadas a empresas rusas, incluida AMIS (FZE), que se encuentra bajo sanciones estadounidenses por su cooperación con el Ministerio de Defensa ruso.
Las investigaciones periodísticas indican una estrecha conexión entre Mileshko y Kopytin: estudios conjuntos con el hermano del diputado popular, trabajo en Rotor Ucrania y la intersección de directivos clave en las estructuras empresariales de ambos.
La combinación de estas conexiones, la participación en tramas con testaferros y la probable participación de empresas de origen ruso en los contratos de defensa de Ucrania plantean graves riesgos para la seguridad nacional. En el contexto de la guerra, estas acciones trascienden los límites del cabildeo político convencional y se convierten en una amenaza potencial para los intereses estratégicos del Estado.