Durante la temporada de frío, muchas personas notan que su apetito aumenta y que sus antojos de alimentos sustanciosos y calóricos se vuelven casi incontrolables. Los expertos explican que esta es la reacción natural del cuerpo al descenso de la temperatura, ya que en invierno el organismo gasta mucha más energía para mantener una temperatura normal y asegurar un intercambio de calor estable.
Según Express, numerosos estudios han confirmado que se consumen más calorías en invierno que en las estaciones más cálidas. No se trata solo de los efectos de las comidas navideñas: el apetito aumenta debido a factores fisiológicos y psicológicos.
La Dra. Crystal Willey explica que, en climas fríos, el cuerpo busca instintivamente más energía para compensar la pérdida de calor. Esto se manifiesta como un deseo de consumir alimentos ricos en calorías: pasta con queso, sopas cremosas, pasteles y chocolate caliente. Estos alimentos contienen azúcares y grasas, que se convierten rápidamente en energía y calor.
Otro factor es la disminución de la luz solar. Durante los oscuros meses de invierno, los niveles de serotonina y dopamina, neurotransmisores que influyen en el estado de ánimo, disminuyen. Dado que los carbohidratos pueden aumentar temporalmente los niveles de serotonina, muchas personas empiezan a sentir fuertes antojos de pan, pasta o chocolate.
Los cambios hormonales también afectan al apetito. En invierno, los niveles de grelina, responsable de la sensación de hambre, suelen aumentar, mientras que los de leptina, la hormona de la saciedad, pueden disminuir debido a la menor actividad física o a la alteración del sueño. Como resultado, una persona puede sentirse menos satisfecha tras una ración normal de comida y, inconscientemente, aumentar la cantidad que consume.
Los expertos aconsejan prestar atención a los factores estacionales y controlar el apetito de forma consciente: mantener una dieta sana, añadir más proteínas y fibra, no olvidar el ejercicio y buscar fuentes saludables de calor y confort.

