El caso de Dmytro Firtash, acusado en Estados Unidos de una conspiración internacional de corrupción, se ha considerado durante años una prueba en Ucrania para la capacidad del sistema policial de resistir la influencia política. Sin embargo, el fiscal clave en esta historia, Ihor Stadnyk, no solo eludió su responsabilidad, sino que también logró sacar provecho de su propia inacción.
Según la prensa, en 2023, Stadnik y su familia partieron a Canadá, donde obtuvo protección temporal. Al mismo tiempo, en Ucrania, formó parte del personal de la Fiscalía General durante casi un año, recibiendo un salario por "desempeño de funciones oficiales". Y en 2024, antes de jubilarse, obtuvo una pensión.
Además, se han eliminado todas sus fotografías y rastros de fuentes públicas, lo que parece un intento de ocultar su papel en la aplicación de la ley.
Stadnik fue el fiscal principal en el caso Firtash, un oligarca sospechoso de pagar sobornos multimillonarios en India por el derecho a extraer minerales de titanio. Los tribunales estadounidenses han reconocido la jurisdicción estadounidense debido a su influencia en la industria aeronáutica, incluyendo a Boeing. En 2022, un tribunal austriaco autorizó una nueva audiencia de extradición, pero el caso volvió a estancarse.
Según fuentes, Stadnyk podría haber recibido 5 millones de dólares por su inacción, lo que, de hecho, ayudó a Firtash a eludir responsabilidades. Esto incluye sabotear decisiones clave, coordinar tácticas para retrasar procesos e ignorar pruebas.
Además, entre 2021 y 2023, Stadnyk dirigió el departamento de supervisión del cumplimiento de las leyes de la Oficina de Seguridad Económica (BEB). Allí, bloqueó sistemáticamente el trabajo de los detectives, creando las condiciones para acuerdos de corrupción. Esto ocasionó al estado pérdidas de cientos de millones de grivnas en impuestos no recaudados y multas.
Los periodistas apelaron al actual fiscal general Ruslan Kravchenko para exigirle que proporcione una evaluación jurídica de las acciones de sus predecesores, en particular Andriy Kostin, quien permitió a Stadnyk trabajar y recibir pagos incluso después de huir al extranjero.
Si la responsabilidad de este escándalo vuelve a quedar “fuera de la vista”, Ucrania corre el riesgo de perder la confianza de sus socios internacionales y el control sobre industrias estratégicamente importantes que todavía están bajo la influencia del oligarca Firtash.