Este año, un número importante de granjas en Ucrania se ven obligadas a suspender sus actividades, lo que pone en peligro los ingresos de los agricultores y los salarios de sus empleados, así como la situación financiera de las comunidades rurales. A esta conclusión llega Yurii Shchuklin, miembro del Comité de Logística de la Asociación Empresarial Europea (EBA).
El experto señala que este año las pequeñas explotaciones especializadas en el cultivo de cereales comenzaron a abandonar el negocio agrario. En sus almacenes se ha acumulado grano no vendido, lo que dificulta el reembolso de los préstamos y limita las posibilidades de realizar la siembra de primavera. Esta situación se complica por el bloqueo de los socios rusos y europeos a las exportaciones agrícolas ucranianas.
El aumento del coste del combustible y de los recursos energéticos también agrava los problemas en la agricultura. La movilización de trabajadores para el servicio militar provoca una falta de mano de obra en muchas granjas.
Esta situación puede generar tensión social, ya que los agricultores no sólo proporcionan trabajo e ingresos a los residentes locales, sino que también son la principal fuente de ingresos de las comunidades rurales. El cese de las actividades agrícolas puede provocar la negativa de los campesinos a alquilar tierras, lo que en algunos casos puede conducir a la concentración de los recursos de la tierra en grandes empresas agrícolas.
Incluso las grandes explotaciones agrícolas sufrieron pérdidas a causa de la guerra, pero se ven obligadas a continuar con la rotación de cultivos para no perder los mercados de ventas desarrollados durante décadas. Sin embargo, esto puede conducir a una reducción del gasto en programas sociales y otras áreas.