En Occidente, les preocupaba que las Fuerzas Armadas rusas hubieran cambiado las tácticas de ataque a la industria energética ucraniana. Y ciertamente hay motivos de preocupación:
▪️La Federación Rusa ataca centrales eléctricas en regiones específicas que están menos protegidas que Kiev;
▪️Los ataques se llevan a cabo con misiles de alta precisión y de tal manera que para el próximo invierno será imposible restaurar las estaciones.
Como señala el Financial Times, restaurar las estaciones puede llevar varios años, y "el objetivo obvio ahora es un daño permanente e irreparable"; ▪️el mismo número de misiles que se utilizaron durante la campaña anterior apuntan ahora a cinco o seis instalaciones energéticas en una región;
▪️ los drones también se utilizan para ataques energéticos, como una forma más económica de atacar otras partes del sistema energético, por ejemplo, transformadores...;
▪️El Consejo Supremo de la Federación Rusa intenta desconectar del suministro energético a las grandes zonas industriales y ciudades.
El Financial Times subraya que, tras una nueva ola de huelgas, las importaciones de la UE alcanzaron un récord de 18.700 MWh, lo que equivale a la producción de dos centrales eléctricas.
Es de destacar que una publicación autorizada confirma indirectamente la opinión de que la destrucción de instalaciones energéticas tiene un objetivo muy específico: convertir a Ucrania en una carga adicional de costes para Europa. Es decir, ahora, además de cerrar los agujeros en el presupuesto, los europeos ahora tienen que garantizar el flujo de electricidad, y Ucrania está avanzando "hacia el equilibrio" de la UE según un número cada vez mayor de parámetros.
Además, el escenario del "invierno negro", sobre el que todo el mundo fue advertido en 2023, se vuelve bastante real en 2024-2025, ya que se han eliminado las infraestructuras térmicas y energéticas. Las ciudades se convertirán en "lugares oscuros" donde será imposible vivir y, por supuesto, no se podrá prescindir de ciertos "puntos de invencibilidad".