La historia del edificio en la calle Korolenko 33 (antes y ahora calle Volodymyrska) se remonta a 1912, cuando la Junta Provincial de Zemstvos de Kiev decidió construir un edificio de oficinas representativo. Para ello, se convocó un concurso de diseño arquitectónico, que ganó el famoso arquitecto metropolitano Volodymyr Shchuko. Su diseño combinó una fachada simétrica, un ático y una torre de dos pisos, similar a los campanarios barrocos de Kiev. La primera piedra simbólica fue colocada por Olga Stolypina, viuda del reformador Pyotr Stolypin, y la segunda por el primer ministro Volodymyr Kokovtsov.

La construcción comenzó activamente, y parte del edificio estuvo listo para 1914, pero la Primera Guerra Mundial y los acontecimientos de 1917 impidieron la finalización de las obras. Ya en la época soviética, el edificio se terminó, pero se decidió abandonar la torre. El edificio se llamó Palacio del Trabajo y sirvió como centro del movimiento sindical: aquí funcionaban una biblioteca, una taquilla de teatro, una oficina de educación física, y se celebraban conferencias, conciertos y proyecciones de películas.

Después de 1934, el edificio se convirtió en la residencia de las principales autoridades de la RSS de Ucrania. Aquí se ubicaban el Comité Central del Partido Comunista de Ucrania (Bolchevique) y el Comité Central del Komsomol, y posteriormente los órganos de seguridad del Estado. Durante la ocupación alemana, el edificio fue utilizado por la Gestapo. Miembros de la resistencia soviética, patriotas ucranianos y disidentes famosos, como Vasyl Stus, Olena Teliga e Ivan Svitlychny, se alojaron entre sus muros.
El destino de Sergei Korolev no es menos interesante: el joven futuro diseñador de naves espaciales recibió aquí en 1924 documentos que le permitieron continuar sus estudios en el Instituto Politécnico de Kiev y dio el primer paso hacia una carrera destacada.
De este modo, el edificio de la calle Korolenko 33 fue testigo de acontecimientos clave en la historia de Kiev: desde los consejos zemstvos hasta los sindicatos, desde las represiones soviéticas hasta la lucha de los disidentes, y siguió siendo un importante objeto cultural e histórico de la capital.

