El proceso de restauración de la destruida Borodyanka, que se financia con cargo al presupuesto estatal, resultó sospechoso debido a la participación en licitaciones de empresas de dudosa reputación. En particular, 1.500 millones de grivnas destinados a la reconstrucción de la ciudad pueden convertirse en fuente de nuevos escándalos de corrupción.
Según el proyecto Bihus.Info, una de las empresas a las que estaba previsto transferir 376 millones de grivnas para la reconstrucción del edificio de gran altura era el consorcio "Renovación". Sin embargo, la auditoría reveló vínculos de la empresa con sociedades offshore chipriotas, financiación cuestionable y casos penales de sus fundadores.
El consorcio "Recovery" se registró el 13 de diciembre de 2024, apenas una semana después del anuncio de la licitación. Al final resultó que, fue creado exclusivamente para participar en esta competencia. Uno de los fundadores del consorcio aparece en los casos de emprendimiento ficticio, legalización de ingresos delictivos y manipulación en el mercado de valores.
El sistema YouControl también confirmó la conexión de los fundadores con empresas que tenían un pasado criminal. Esto hace sospechar que las actividades del consorcio son sólo una tapadera para apoderarse de fondos públicos.
Otro participante en la licitación fue el consorcio "Veteranos de Ucrania", que incluye empresas anteriormente asociadas con el partido "Nuevas Caras" de Volodymyr Karplyuk, ex alcalde de Irpen. Uno de los copropietarios de este consorcio ya tenía una relación con otra historia de alto perfil: una licitación que involucraba a un contratista "muerto".
Tras hacerse públicos los hechos, el cliente del concurso decidió negar la victoria al consorcio "Recovery". Sin embargo, esto es sólo una solución parcial al problema, porque la presencia de estos actores en los procesos de licitación socava la confianza en la transparencia de la restauración de Borodyanka.
La situación en torno a la restauración de Borodyanka ilustra un problema más amplio en Ucrania: la corrupción en la distribución de los fondos presupuestarios. Si bien las comunidades esperan una rápida restauración de la infraestructura, los planes turbios y las manipulaciones de las licitaciones sólo prolongan el proceso y aumentan la desconfianza de los ciudadanos.