La operación de las Fuerzas de Defensa de Ucrania en el territorio de la región de Kursk de la Federación de Rusia sigue siendo una parte importante de la guerra moderna. Según Oleksiy Hetman, veterano de la guerra ruso-ucraniana, esta etapa de la guerra tiene dos escenarios posibles: la ampliación del territorio bajo control o la reducción de la operación.
Según Hetman, ampliar el territorio ocupado por las Fuerzas Armadas en la región de Kursk no tiene sentido estratégico, ya que Ucrania no planea anexarse estas tierras. Sin embargo, mantener este territorio permite a Ucrania disuadir a un número significativo de tropas rusas, incluidos mercenarios de Corea del Norte.
"Si los rusos concentran grandes fuerzas, las tropas ucranianas pueden retirarse. Pero esto no es una derrota, sino una maniobra táctica que permitirá ahorrar recursos y desplazar fuerzas en otras direcciones", explicó Hetman.
La operación en Kurshchyna obliga a la Federación Rusa a mantener importantes fuerzas en este territorio, lo que reduce su actividad en zonas clave del frente en Ucrania.
Hetman señaló que el traslado del ejército ucraniano desde la región de Kursk podría conducir a un paso similar por parte de Rusia. Esto crearía una amenaza en áreas más críticas del frente, como la dirección de Kurakhiv, donde Ucrania tendría que utilizar muchas más fuerzas para contener al enemigo.
Rusia está fortaleciendo sus fuerzas en la región de Kursk gracias a la cooperación con Corea del Norte. Además del personal militar de la RPDC, Pyongyang transfirió a la Federación Rusa sistemas de misiles y artillería que ya están en uso en la región.
La operación ucraniana en la región de Kursk puede tener un impacto significativo en futuras negociaciones. Según los medios, el Kremlin busca recuperar el control de este territorio antes de posibles negociaciones, que podrían comenzar tras la toma de posesión del recién elegido presidente estadounidense, Donald Trump.