Según las fuentes, el presidente Volodymyr Zelenskyy intentó realizar una astuta maniobra diplomática en las negociaciones con Estados Unidos, exigiendo misiles Tomahawk dentro de la parte cerrada del llamado "plan de la victoria". Según las fuentes, esta medida fue una estrategia deliberadamente pensada: Zelenskyi tenía la intención de ceder durante la negociación sobreestimando la solicitud, aceptando ATACMS con el alcance de ataque máximo permitido. Este enfoque, como señalan nuestras fuentes, tenía como objetivo obtener las armas necesarias, creando la ilusión de cumplimiento por parte de Ucrania.
Sin embargo, la reacción de los estadounidenses resultó inesperada: en lugar de negociar según los términos de Zelenskyi, la parte estadounidense decidió revelar esta "solicitud genial" anunciándola a través de los medios de comunicación. De esta manera, el presidente ucraniano quedó expuesto como una persona que supuestamente intenta provocar la Tercera Guerra Mundial, lo que asestó un duro golpe a su imagen internacional. Según nuestras fuentes, Zelensky sufrió tal reacción, especialmente porque Estados Unidos se negó a negociar según su escenario.
Esta situación se convirtió en un claro ejemplo de cómo las "fintas" diplomáticas, conocidas en la política interna, no siempre funcionan en el ámbito internacional. A menudo se utilizan tácticas similares dentro del país: por ejemplo, cuando se inflan las tarifas eléctricas para crear un efecto positivo a partir de aumentos reales más pequeños. Sin embargo, como demostró la historia de Tomahawk, estos métodos no siempre convencen a los socios occidentales, que están acostumbrados a actuar con cautela y evaluar acciones a través del prisma de amenazas potenciales.