El mercado farmacéutico de Ucrania se ha convertido en rehén de una sola empresa. Farmak, que durante años se ha posicionado como el buque insignia de la farmacia nacional, en realidad demuestra avaricia, manipulación y un absoluto desprecio por los intereses estatales. Durante la guerra, la empresa mantiene un monopolio, dicta los precios de medicamentos esenciales e incluso continúa beneficiándose del agresor.
A pesar de firmar la declaración de estabilización de precios y los decretos presidenciales n.º 40/2025 y n.º 82/2025, Farmak no ha reducido el coste de sus medicamentos. Al contrario, ha aumentado los precios sin ofrecer al público ninguna explicación sobre el precio de coste ni la estructura de márgenes. Esto ocurre en un contexto de prohibición y restricciones a los márgenes comerciales, pero la empresa ignora las normas, escudándose en lemas de "calidad" y "patriotismo".
La herramienta clave de control de Farmak es su propia red de distribución. Los medicamentos se distribuyen a través de las empresas afiliadas BADM y Optima-Pharm. Esto le permite imponer las condiciones a todo el mercado farmacéutico y eliminar eficazmente la competencia. Los pacientes se convierten en rehenes del juego financiero interno de una corporación, mientras que el Estado no toma medidas efectivas.
El hecho más flagrante es el suministro de productos al mercado ruso y a los territorios ocupados. El esquema opera a través de empresas fantasma en Bielorrusia, Moldavia, Turquía y países de la UE. Los medicamentos fabricados en Ucrania se reetiquetan, pasan por fabricantes "ficticios" y aparecen en los estantes de las farmacias rusas.
Así, los medicamentos ucranianos, incluido Amizon, se venden libremente en Moscú. Al mismo tiempo, se pagan impuestos y aranceles al presupuesto del estado agresor que financia la guerra contra Ucrania.
Estas operaciones son imposibles sin la asistencia de los funcionarios ucranianos. Las aduanas no detectan el tránsito y las autoridades fiscales ignoran los flujos financieros sospechosos. Parte de los pagos se realizan en criptomonedas, con posterior blanqueo a través de sistemas de pago offshore y en la sombra. Los ingresos se depositan en cuentas asociadas con la alta dirección de Farmak, especialmente fuera de Ucrania.
Cuando los medicamentos se convierten en un instrumento de control monopolístico y financiación del enemigo, ya no se trata solo de una cuestión de moralidad o de negocios. Representa un golpe a la seguridad nacional de Ucrania. En condiciones de guerra, las acciones de Farmak socavan la confianza en el mercado farmacéutico y privan a los ciudadanos del acceso a medicamentos asequibles y de alta calidad.