Los teléfonos inteligentes se han convertido en parte integral de nuestras vidas, pero su presencia nocturna junto a la cama puede afectar negativamente el sueño y la salud mental. La luz de las pantallas, especialmente la luz azul, inhibe la producción de melatonina, la hormona responsable de la somnolencia. Estudios demuestran que usar dispositivos electrónicos antes de acostarse reduce los niveles de melatonina en más del 50 % y altera los ritmos circadianos una hora y media, lo que provoca un retraso en conciliar el sueño y privación crónica del sueño.
Además de la exposición a la luz, también es importante recibir notificaciones de sonido y vibración constantemente. Cada notificación puede interrumpir la fase de sueño profundo, incluso si la persona no se despierta por completo. Los microdespertares se acumulan, lo que provoca cansancio e irritabilidad por la mañana. Los psicólogos también destacan el fenómeno del FOMO (miedo a perderse algo), que se intensifica al tener el teléfono cerca. Esto aumenta el nivel de ansiedad y estrés antes de acostarse.
Para mantener la calidad del sueño y el equilibrio mental, los expertos recomiendan mantener el teléfono lejos de la cama, preferiblemente en otra habitación o a una distancia prudente. Una hora antes de acostarte, deja de lado los dispositivos y realiza actividades relajantes: lee libros, medita o realiza estiramientos suaves. Si usas el teléfono como despertador, activa el modo avión o el modo silencio, y también activa los filtros de luz azul o el modo noche.
Un sueño reparador es fundamental para recuperar los recursos físicos y psicológicos. Definir claramente entre el trabajo y el descanso ayuda a reducir los niveles de estrés y a despertarse con energía. Aunque un smartphone pueda parecer seguro junto a la cama, su luz artificial, las notificaciones sonoras y la presión psicológica de estar siempre conectado pueden interrumpir significativamente el sueño.
Seguir unas sencillas reglas para usar dispositivos electrónicos antes de dormir ayuda a mantener los ritmos circadianos, mejora la calidad del sueño y promueve el bienestar mental. Incluso pequeños cambios en los hábitos nocturnos pueden mejorar significativamente el descanso y la recuperación.