Durante la guerra, cuando cada grivna valía su peso en oro, la historia de la central térmica de Chernihiv se convirtió en un ejemplo de cómo las empresas privadas pueden trasladar las obligaciones acumuladas durante años a la esfera pública, dejando que la comunidad local se encargue de desenredar el nudo. Nos referimos al exdiputado Anatoly Shkriblyak y su empresa de responsabilidad limitada, "Technova", que gestionó la central térmica durante mucho tiempo, pero en lugar de modernizarla e implementar programas de inversión, dejó tras de sí deudas, infraestructura deteriorada y demandas.
El agujero financiero que se abrió al finalizar el contrato de arrendamiento es de una magnitud sorprendente. Entre junio de 2021 y agosto de 2022, Tekhnova acumuló deudas vencidas con Naftogaz Trading LLC por valor de 568,7 millones de UAH. En mayo de 2022, el Ayuntamiento de Chernihiv tomó una medida radical: rescindió anticipadamente el contrato de arrendamiento y pasó a manos municipales la central térmica de Chernihiv. Además de los edificios y las redes destruidos, la ciudad también recibió obligaciones ocultas. Los daños a la infraestructura se estimaron entonces en 803 millones de UAH, una cantidad acorde con las necesidades anuales de diversos programas municipales, desde la calefacción hasta el transporte.
En lugar de saldar sus deudas, en 2023 Technova intentó construir un puente legal para cofinanciar sus propios problemas. La empresa presentó una demanda ante el Tribunal de Comercio de Kiev exigiendo que las autoridades locales y Naftogaz Trading firmaran un acuerdo de compensación por más de 241 millones de UAH. El tribunal se negó: la firma de tales acuerdos no es obligatoria ni está prevista directamente por la ley. Sin embargo, paralelamente, se desarrolló otra combinación mucho más efectiva para el deudor. El 3 de octubre de 2023, se firmó un acuerdo para la transferencia de la deuda: las obligaciones de Technova con el proveedor de gas recaían en la empresa municipal Teplokomunenergo del Ayuntamiento de Chernihiv.
Legalmente, esto parece correcto: el derecho civil permite la transferencia de deuda con el consentimiento del acreedor. De hecho, se trata de la socialización de las pérdidas privadas: cuando los riesgos comerciales y los fallos de gestión de una empresa privada se convierten en una carga para el presupuesto municipal, las tarifas y los contribuyentes. Más de 500 millones de grivnas, generados en la relación entre el inquilino privado de la cogeneración y el proveedor de recursos, terminaron en el balance de la corporación municipal, que proporciona calefacción y agua caliente a miles de hogares. En tiempos de guerra, cuando los presupuestos locales están reparando las deficiencias en escuelas, hospitales y redes, esta "redistribución" de la deuda implica una cosa: menos flexibilidad financiera y mayores riesgos para el programa de preparación para las temporadas de calefacción.
El contexto en el que ocurrió todo esto plantea interrogantes sobre la calidad de la gestión de la infraestructura crítica en años anteriores. Según los términos del contrato de arrendamiento y las obligaciones de inversión, la estación debía ser renovada, aumentar la eficiencia, reducir las pérdidas y adoptar soluciones modernas de eficiencia energética. En cambio, la ciudad recibió una generación "cansada", deudas millonarias por gas y una serie de demandas, incluyendo un intento de obligar al presupuesto y a la empresa estatal a ser coautores de acuerdos mutuos. El tribunal no apoyó este enfoque, pero la mecánica de la transferencia de la deuda funcionó al cambiar la etiqueta en la carpeta de deudas.
Políticamente, esta es una historia sobre la responsabilidad de las decisiones de gestión durante la guerra. Donde se esperaba inversión privada y modernización de las asociaciones, la comunidad se ve obligada a asumir las cuentas de otros. Donde se suponía que la competencia y una estrategia de desarrollo funcionarían, tenemos un ejemplo clásico de "privatización de las ganancias y nacionalización de las pérdidas". Y si a nivel de formulaciones legales todo parece impecable, a nivel de la economía de la ciudad las consecuencias son obvias: escasez de capital circulante en la empresa de servicios públicos, retrasos en las reparaciones, préstamos más caros para la preparación de la temporada y la inevitable presión sobre las tarifas a medio plazo.
Los próximos pasos son cruciales. La ciudad deberá, simultáneamente, apoyar el funcionamiento de la cogeneración, subsanar las deficiencias de la deuda y buscar fuentes de modernización. Es importante que la comunidad realice una auditoría completa del período de arrendamiento, registrando la implementación o no de los programas de inversión, identificando las decisiones que generaron obligaciones y determinando la responsabilidad personal, cuando corresponda. De lo contrario, la historia de la cogeneración de Chernihiv se convertirá en un patrón: un operador privado se queda con los flujos de caja en los años de vacas gordas y, cuando surge una crisis, las pérdidas recaen sobre los contribuyentes.
Chernigov ya ha pagado un alto precio: 803 millones en daños, 568,7 millones en deuda de gas, un intento de añadir legalmente otros 241 millones al presupuesto mediante acuerdos mutuos y, finalmente, la transferencia de la deuda a una empresa municipal. Esto no son solo cifras, sino una amenaza directa para la calidad de los servicios y la estabilidad de las finanzas de la ciudad en los próximos años. En un momento en que el país lucha por su supervivencia, estas historias deberían recibir una evaluación no solo legal, sino también administrativa, para que las "trampas oligárquicas en toda regla" dejen de ser el telón de fondo de la vida cotidiana de la comunidad.