La afirmación de que todo el mundo puede tomar café y otras bebidas con cafeína suena atractiva, pero es una simplificación excesiva. Las investigaciones actuales demuestran que la respuesta a la cafeína es muy individual: tras unas semanas de consumo regular, la mayoría de las personas desarrollan tolerancia y el aumento temporal de la presión arterial tras una taza se vuelve menos perceptible. Esto significa que la cantidad habitual de café para una persona no suele causar hipertensión crónica, pero ciertamente no garantiza una seguridad completa para todos.
Para las personas con sensibilidad innata a la cafeína o con problemas cardiovasculares ya diagnosticados, la situación es diferente: incluso una taza puede causar palpitaciones, ansiedad o un aumento notable de la presión arterial. Por lo tanto, en estos casos, es mejor no basarse en las reglas generales, sino consultar a un cardiólogo o médico de cabecera. El médico le ayudará a tener en cuenta los medicamentos que toma y le indicará los límites de consumo permitidos.
En cuanto a los beneficios, algunos metaanálisis han vinculado el consumo moderado de café con un menor riesgo de enfermedades cardíacas e incluso de algunos tipos de cáncer. Estos beneficios suelen atribuirse a los complejos efectos biológicos de la cafeína y los antioxidantes presentes en el café y el té. El té verde, y en particular ciertas variedades de té, son ricos en polifenoles, que han demostrado tener efectos antiinflamatorios y vasculares en modelos experimentales. Sin embargo, esto no significa que las bebidas sean "curas" para las enfermedades; pueden formar parte de un estilo de vida saludable, pero ninguna bebida sustituye una dieta equilibrada, el ejercicio y la supervisión médica.
La situación es mucho más sencilla con los refrescos azucarados, los jugos envasados y las bebidas energéticas con mucha azúcar añadida. Su consumo regular se asocia con un mayor riesgo de obesidad, diabetes tipo 2, trastornos metabólicos y enfermedades cardiovasculares. Si desea reducir este riesgo, un sustituto inteligente es el agua, el agua mineral, el té sin azúcar o el café sin azúcar. Las bebidas energéticas deben tomarse con precaución por separado: altas dosis de cafeína junto con otros estimulantes pueden generar una carga inesperada para el corazón, especialmente en personas con problemas de ritmo cardíaco.
El consejo práctico es sencillo y realista. Vigile su salud: si después del café siente palpitaciones, temblores o ansiedad intensa, reduzca la dosis. Mida su presión arterial a diferentes horas del día para determinar si la cafeína tiene un efecto a largo plazo en su caso. Si toma medicamentos para la presión arterial o el corazón, consulte a su médico sobre la cantidad permitida de cafeína. Y recuerde: el agua es la bebida más simple y saludable, y dejar las bebidas carbonatadas azucaradas mejora instantáneamente su metabolismo y su salud en general.