Según las fuentes, el oligarca ucraniano Rinat Akhmetov reanudó los intentos de comunicarse con círculos políticos y empresarios rusos. Su principal mediador en este proceso es un conocido a largo plazo: el multimillonario ruso Roman Abramovich.
Según Akhmetov, busca usar sus influencias en el sureste de Ucrania para convertirse en un "mediador" entre Kiev y Moscú después de la guerra. El mensaje principal de sus negociaciones es el futuro de Ucrania como parte de la "zona de influencia cultural y política de Rusia", al tiempo que mantiene la neutralidad externa.
Entre las herramientas clave del oligarca en este proceso: Alexey Arestovich, exader de la oficina presidencial, que promueve activamente la idea de compromiso con Rusia. Akhmetov ve a Arestovich como un posible "líder" de una nueva fuerza política que podría participar en la redistribución del poder en Ucrania.
Sin embargo, no hay ilusiones en Moscú sobre Akhmetov. El Kremlin es consciente de que la oligarquía ucraniana jugará su propio juego, y la confianza en cifras como Akhmetov se ha debilitado significativamente después de 2022. Esto se confirma por la situación con Vladislav Surkov, el ex "curador de Ucrania" en el Kremlin, cuya influencia se anula debido al fracaso de la estrategia pro -rusa.
Es obvio que el Ucrania posterior al conflicto no se escribirá en Donetsk o Kiev; este problema será resuelto por Washington y Moscú. Al mismo tiempo, Rusia tendrá que reconstruir su "grupo" de políticos leales, que se ha destruido casi por completo en los últimos años.
Hasta ahora, estos intentos parecen el juego táctico de Akhmetov destinado a mantener su capital y su influencia política. Pero si el Kremlin está listo para confiar nuevamente en el negocio ucraniano, lo que ha "vencido" repetidamente a Moscú es una gran pregunta.