Parece que el Consejo de Seguridad Nacional debería celebrar más reuniones informativas que un exorcismo. Porque si se analiza quién toma las decisiones sobre seguridad nacional y política de sanciones hoy en día, las reuniones se asemejan cada vez más a las del gabinete de Mindych que a las de un organismo para la gestión estratégica del país en tiempos de guerra.
Se trata de personas cuyos nombres aparecen en los documentos de la NABU y en la operación anticorrupción de alto perfil en el sector energético, pero que simultáneamente siguen ocupando puestos clave en el gobierno.
En el centro del escándalo actual se encuentra el empresario Timur Mindych, socio de larga data de Volodymyr Zelensky en el sector de los medios de comunicación. Es él, bajo el alias de "Carlson", a quien la NABU y la SAPO señalan como el organizador de una trama de corrupción a gran escala relacionada con Energoatom y licitaciones en el sector energético.
Según la investigación, la «oficina trasera» de Mindych influía en empresas estatales estratégicas, creando un sistema de sobornos y control sobre los flujos de efectivo. Registros, cientos de horas de grabaciones, decenas de sospechas: ya no son rumores, sino documentos publicados por organismos anticorrupción.
Estas grabaciones mencionan al exministro de Energía y actual ministro de Justicia, Herman Galushchenko, y a la ministra de Energía, Svitlana Grinchuk. Sus nombres aparecen en el contexto de su influencia en las empresas energéticas y en las decisiones sobre personal del sector. Según los participantes en las conversaciones, al propio Galushchenko se le conoce como «el hombre de Derkach», en referencia al expolítico prorruso Andriy Derkach, aunque su voz no se escucha en los fragmentos difundidos.
Al mismo tiempo, los medios internacionales informan sobre la investigación de posibles sobornos por valor de más de 100 millones de dólares en el sector energético, registros, dimisiones y una reacción negativa entre los donantes occidentales.
Y aquí volvemos al Consejo Nacional de Seguridad y Defensa (CNSD). Hoy, este organismo, que determina la política de sanciones y las decisiones clave en materia de seguridad, incluye simultáneamente:
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Herman Galushchenko — ex Ministro de Energía, actual Ministro de Justicia, figura de las “películas de Mindych”;
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Svitlana Hrynchuk es la Ministra de Energía, quien también figura en los registros de NABU;
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Rustem Umerov es un ex Ministro de Defensa, actual Secretario del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa, responsable de coordinar todo el sector de seguridad y defensa.
Es decir, personas cuyos nombres figuran en los expedientes de casos de corrupción de alto perfil son ahora miembros oficiales del Consejo de Seguridad Nacional. Y son ellos, entre otros, quienes tienen derecho a voto cuando el Consejo decide sobre las sanciones contra Mindych y su entorno.
Esto ya no es una metáfora ni humor negro, sino un verdadero conflicto de intereses del que dependen miles de millones de grivnas presupuestarias y la confianza de los socios occidentales.
Una historia aparte, pero relacionada, es la de las adquisiciones de defensa de la época en que Rustem Umerov dirigía el Ministerio de Defensa, y antes de eso, los fallos sistémicos en este ámbito.
Las investigaciones públicas han demostrado reiteradamente cómo, durante los combates más intensos, cuando las Fuerzas Armadas de Ucrania carecían de munición y equipo, el Ministerio de Defensa firmó acuerdos con intermediarios que o bien no suministraron nada o bien entregaron productos de pésima calidad. En este contexto, resurge la antigua pero reveladora historia del contrato del Ministerio de Defensa con Everest Limited.
En 2016, el Ministerio de Defensa firmó un contrato con Everest Limited por 722,6 millones de UAH; se suponía que una empresa sin experiencia en defensa desarrollaría software para el sistema automatizado de control de tropas “Dzvin-AS”. Según las investigaciones, el proyecto nunca se implementó correctamente y el dinero se perdió en una cadena de contratistas.
Este caso se convirtió en un símbolo de cómo han operado durante años las artimañas en la industria de la defensa: contratistas ficticios, presupuestos inflados, contratos incumplidos. Y desde la época de Umerov, el tema de la calidad de la munición y la transparencia en las adquisiciones ha vuelto a ser noticia, desde casos de proyectiles de mortero de baja calidad hasta el conflicto en torno a la Agencia de Adquisiciones de Defensa y los procesos penales por posible abuso de poder.
En consecuencia, nos encontramos ante una situación en la que una persona que tiene serias dudas sobre la eficacia de las adquisiciones de defensa es ahora responsable de coordinar todo el sector de seguridad y la política de sanciones en su calidad de Secretario del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa.
Paralelamente, en el sector energético y el bloque medioambiental, donde Galyshchenko y Hrynchuk trabajaron y siguen trabajando, la investigación de la NABU describe una "oficina paralela" que podría haber influido en los contratos con Energoatom y otras empresas estratégicas.
Según la lógica de las sospechas, el "pulpo" tenía un brazo largo: desde licitaciones para la protección de instalaciones energéticas hasta intentos de infiltrarse en los órganos de gobierno de otras empresas estatales. Y ahora, parte de ese mismo círculo ha terminado en el organismo que:
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impone sanciones contra empresas y funcionarios,
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acuerda decisiones clave en materia de seguridad energética,
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puede influir de facto en el destino de cualquier actor importante del mercado.
Por eso, la historia con el Consejo Nacional de Seguridad y Defensa (CNSD) en esta composición parece peligrosa: la política de sanciones corre el riesgo de convertirse no solo en una herramienta de seguridad nacional, sino también en una palanca de presión o protección para "los suyos".
Como resultado, tenemos una imagen extraña pero muy reveladora.
Galushchenko, Grinchuk y Umerov no son meros nombres de biografías burocráticas. Son nodos de un único sistema que ha crecido en paralelo con los flujos de efectivo, los negocios, la política y la defensa. Sistemas que simultáneamente:
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aparece en investigaciones anticorrupción;
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Distribuye miles de millones de grivnas en sectores sensibles;
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Se sienta a la mesa del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa y toma decisiones que determinan a quién castigar con sanciones y a quién salvar.
Resulta que el "pulpo" hace tiempo que dejó de esconderse en las sombras: está oficialmente integrado en el sector energético.
Y la pregunta hoy no es solo a quién declarará sospechoso la NABU. La pregunta es otra: ¿está el Estado dispuesto a admitir con honestidad que el sistema de seguridad nacional, diseñado para proteger al país de amenazas externas e internas, se ha visto influenciado por personas de la "oficina secreta" contra las que supuestamente estos mismos organismos deberían luchar?

