El plátano es una fruta familiar, casi banal, asociada con desayunos, bocadillos para bebés y una fuente de energía barata. Pero su disponibilidad oculta una profunda vulnerabilidad, que hoy amenaza la existencia de esta fruta a escala global.
El principal problema es la homogeneidad genética total. Casi todos los plátanos de exportación pertenecen a una sola variedad: Cavendish. Es un clon genético, elegido no para la sostenibilidad, sino para el sabor estable, la facilidad de transporte y la capacidad de persistir durante mucho tiempo. Pero es esta uniformidad la que se convirtió en debilidad fatal.
Según Forbes , la industria del plátano está al borde de un hongo agresivo: Fusarium oxysporum Tropical Race 4 (TR4). Este patógeno afecta el sistema de raíces de la planta y prácticamente no se trata ni se controla.
TR4 ya ha destruido miles de hectáreas de plantaciones en el sudeste asiático y se extiende rápidamente por África y América Latina. Debido a la falta de diversidad genética, los plátanos no tienen mecanismos de protección contra la enfermedad. Es una repetición de la historia de la variedad Gross Michel, que fue desplazada a mediados del siglo XX por la tensión previa de la enfermedad de Panamá.
Hoy, más del 80% de todas las exportaciones mundiales de plátanos están amenazadas: TR4 no deja ninguna posibilidad de plantaciones donde se cultiva Cavendish. Aunque los científicos están buscando una salida, desarrollando variedades persistentes genéticamente modificadas o nuevas, el tiempo no funciona a favor de la humanidad.
Por ejemplo, los investigadores australianos han creado un plátano QCAV-4 que tiene inmunidad a TR4. Chiquita también está trabajando en la variedad Yelloway 1, que es mejor resistir la amenaza.
Sin embargo, incluso los desarrollos prometedores enfrentan barreras regulatorias, desconfianza de OGM y una larga ruta hacia la implementación a gran escala. Mientras tanto, el hongo no está esperando.
Esta historia es más que una amenaza para una fruta. Es una señal alarmante para toda la agrofera: los monocultivos que parecen efectivos crean condiciones ideales para las crisis globales. Si no se mueve a una agricultura más diversa y estable, el mundo corre el riesgo de perder no solo los plátanos, sino también muchos otros cultivos que alimentan a miles de millones.