La proteína se ha convertido en una auténtica tendencia alimentaria, con barritas, batidos, polvos e incluso café y té. Ayuda a reconstruir los músculos, te mantiene saciado y puede ayudarte a controlar el peso. Pero excederte con la proteína puede significar que estás descuidando otros nutrientes importantes, como la fibra.
La proteína es un macronutriente vital. Durante la digestión, se descompone en aminoácidos, que el cuerpo utiliza para producir sus propias proteínas, desde la reparación de tejidos hasta la síntesis de hemoglobina. Las principales fuentes de proteína son la carne magra, el pescado, los huevos, los productos lácteos, las legumbres y los frutos secos. Se recomienda que un adulto consuma aproximadamente 0,75 g de proteína por kilogramo de peso al día.
La fibra desempeña un papel importante en la digestión, ya que mantiene un microbioma intestinal equilibrado y reduce la inflamación. Se relaciona con un menor riesgo de diabetes, accidentes cerebrovasculares y enfermedades cardíacas. Sin embargo, la mayoría de las personas consumen mucho menos de los 30 gramos diarios recomendados.
La popularidad de las proteínas se debe a su atractivo visual: el músculo se percibe al instante, mientras que los beneficios de la fibra son más sutiles. El marketing impulsa activamente esta tendencia, vendiendo productos con proteína añadida como "saludables", y las redes sociales están creando una auténtica "fiebre proteica".
Sin embargo, un exceso de proteínas puede ser perjudicial: sobrecarga los riñones, provoca cálculos, afecta negativamente a los huesos y, en algunos casos, provoca náuseas. Por lo tanto, es importante mantener un equilibrio, elegir una variedad de fuentes de proteínas y no olvidar la fibra y otros nutrientes esenciales.