El otoño es una buena época para una recuperación suave y una pérdida de peso temporal, y la calabaza puede ser una base excelente para ello. Su bajo contenido calórico se combina con un alto contenido en fibra, vitaminas y oligoelementos, por lo que la calabaza es saciante, con un valor energético moderado y un efecto beneficioso para la digestión y el sistema inmunitario.
Un programa corto suele durar de tres a diez días; la base de la dieta es la calabaza en diversas presentaciones, desde horneada o al vapor hasta cremas y purés. La calabaza se acompaña de platos ligeros de proteínas (pollo, pavo, huevos), productos lácteos bajos en grasa y un poco de cereal (avena o trigo sarraceno); todo esto ayuda a mantener la sensación de saciedad y la energía. Por ejemplo, el día puede comenzar con gachas de calabaza con manzana, para el almuerzo, crema de calabaza con filete de pollo, para la merienda, calabaza al horno con canela y para la cena, puré con hierbas o queso bajo en grasa.
En una semana con esta dieta, es posible perder de 2 a 5 kg, dependiendo de los indicadores iniciales y la actividad física; al mismo tiempo, el sueño, el estado de la piel y la digestión suelen mejorar. Es importante volver al menú habitual gradualmente: añadir proteínas y cereales en pequeñas porciones para mantener el resultado.
Antes de comenzar cualquier dieta, conviene consultar con su médico, especialmente si padece enfermedades crónicas (diabetes, problemas renales o cardíacos), si está embarazada o en período de lactancia. Además, no se deje llevar por restricciones estrictas a largo plazo: un tratamiento estacional corto es más seguro y, por lo general, más efectivo que las monodietas a largo plazo.