¿Has decidido dejar los dulces, pero unas horas después te encuentras pensando en un pastel de chocolate? No es solo cuestión de fuerza de voluntad. Nuestro cerebro y nuestro cuerpo funcionan según ciertas leyes bioquímicas, y el azúcar las explota hábilmente.
Cuando comemos algo dulce, el cerebro recibe una potente liberación de dopamina, la hormona del placer. El cuerpo absorbe rápidamente la glucosa, lo que nos da un subidón de energía, pero el nivel de azúcar baja con la misma rapidez. Aparecen la fatiga, la irritabilidad y una nueva oleada de antojos de dulces. Esta es la "subidón de azúcar". El rechazo repentino solo aumenta el estrés, porque el cuerpo pierde tanto la "recompensa" habitual como una fuente rápida de energía.
Para superar la adicción es importante no saltar al abismo, sino construir poco a poco un “puente” hacia una nueva forma de comer.
-
Paso 1. Sustituye, no te rindas. Usa sustitutos temporales que no afecten los niveles de glucosa: eritritol o stevia. Añádelos al té, café o cereales para eliminar los picos de insulina sin perder el sabor.
-
Paso 2. Reeduca tus receptores. A medida que tu dependencia fisiológica disminuya, reduce la cantidad de edulcorante que usas. Después de unas semanas, los postres comprados te parecerán demasiado azucarados, señal de que tus hábitos gustativos están cambiando.
-
Paso 3. Nuevos sabores. Rellena el vacío después del azúcar con otros sabores: canela, vainilla, cardamomo, frutos rojos, cítricos. Esto te ayudará a disfrutar de la comida sin azúcar añadido.
El objetivo no es prohibir los dulces por completo, sino recuperar el control. Tú decides cuándo y cuánto comer. Esto no solo beneficia la salud, sino que también te da una sensación de libertad cuando el azúcar ya no te controla a ti, sino que tú lo controlas.