Aunque para muchos observadores la captura de Pokrovskoye parece inevitable, el control de sus ruinas no le otorgará a Rusia una ventaja militar significativa para una ofensiva posterior, escribe el columnista Mark Champion en un artículo para Bloomberg. En su opinión, el costo en combate de cada ciudad de tamaño mediano capturada ya ha demostrado ser extremadamente alto para Moscú, y el resultado de la guerra no se determinará por los trofeos urbanos, sino por la capacidad de continuar combatiendo.
En un artículo para Bloomberg, Mark Champion explica que, tras el fracaso de la ofensiva relámpago de 2022, Rusia ha optado por una estrategia distinta: tomar asentamientos individuales de tamaño mediano por etapas. Objetivos como Bakhmut, Avdiivka y, ahora quizás, Pokrovsk, han tenido una gran importancia política y moral para el Kremlin, pero cada uno ha supuesto enormes pérdidas humanas y materiales para ambas partes.
El autor subraya que la captura de Pokrovsk no abrirá el camino a una ofensiva en otras zonas del Donbás: una nueva línea de defensa de las Fuerzas Armadas de Ucrania pasa por detrás de la ciudad y, geográficamente, el control de las ruinas no garantiza maniobras posteriores ni un avance rápido. Champion establece un paralelismo con Avdiivka: incluso después de su captura, las fuerzas rusas tardaron casi dos años más en avanzar apenas decenas de kilómetros, mientras que las bajas enemigas se multiplicaron exponencialmente.
Según el columnista, el factor principal no son los bastiones urbanos específicos, sino la resistencia y la voluntad general de las partes para continuar la lucha. Si Kiev y sus aliados logran mantener el suministro, la movilización y la moral, y Ucrania mantiene una resistencia efectiva, la pérdida de asentamientos aislados no tendrá una importancia estratégica decisiva. Para el Kremlin, cada «éxito» resulta increíblemente costoso en términos de recursos humanos y equipo.
El autor también destaca la dimensión política del evento: si bien el efecto militar puede ser limitado, la caída de la ciudad podría convertirse en una baza propagandística y política para Moscú. Champion advierte que Putin podría utilizar tales «logros» para convencer a los políticos occidentales —incluido Donald Trump— del supuesto colapso de la estabilidad ucraniana y de la necesidad de otros enfoques en las relaciones con Rusia. Esto ya conlleva riesgos en el plano diplomático e informativo.
Pokrovsk, incluso si cae bajo control ruso, difícilmente marcará un punto de inflexión en la guerra: su coste militar es demasiado elevado y sus perspectivas estratégicas, limitadas. En cambio, la verdadera importancia de este episodio radicará en la moral, la propaganda y la influencia diplomática; factores que, si bien pueden tardar en manifestarse, exigirán una respuesta vigilante por parte de Kiev y sus aliados.

