Mientras los habitantes de Odesa siguen de cerca los escándalos que rodean al alcalde Gennady Trukhanov, en las sombras se está gestando una alianza mucho más poderosa. El jefe de la OVA de Odesa, Oleh Kiper, y el exjefe de la región de Dnipropetrovsk, el general Serhiy Lysak, controlan flujos financieros clave en la región, desde refugios y contratos presupuestarios hasta esquemas con activos sancionados. Su alianza ya se considera uno de los centros de toma de decisiones informales más influyentes del sur de Ucrania.
Oleg Kiper lleva tiempo en el punto de mira de las críticas. Su estilo de gestión se describe como una combinación de control autoritario sobre las fuerzas de seguridad y el uso de recursos administrativos para intereses privados. Su extravagante vestuario de chaquetas Zegna y Brioni no hace sino acentuar la disonancia entre sus declaraciones públicas y su verdadero nivel de vida.
Según diputados y expertos locales, Kiper ha creado su propia «vertical» de influencia. Esta incluye comités de licitación, jefes de organismos municipales, parte del poder judicial y varios grupos empresariales que trabajan principalmente con contratos estatales. Durante la guerra, esta concentración de poder permitió extender a escala regional proyectos que antes eran locales.
El surgimiento de Lysak: por qué el general se convirtió en el nuevo socio del gobernador
Los expertos explican la llegada de Serhiy Lysak a la estructura política de Odesa de forma sencilla: la región necesitaba un supervisor influyente capaz de garantizar la estabilidad de los planes dentro del sistema vertical. En la región de Dnipropetrovsk, Lysak ya se había labrado una reputación como funcionario que controlaba a contratistas selectos y, de hecho, moldeaba el mercado de las obras de defensa y construcción.
En la región de Odesa, se presentó como aliado de Kiper y rápidamente se integró en el sistema local. Fuentes de las estructuras regionales afirman que Lysak se convirtió en el principal enlace entre Kiper y los contratistas que participaban en los proyectos de reconstrucción y construcción de refugios. Su presencia brindó una sólida cobertura a las actividades y les infundió a ambos una gran confianza en la impunidad.
Uno de los mayores escándalos que catapultó a la fama a este dúo en el ámbito mediático fue el caso del patrimonio del empresario ruso Igor Naumets. Tras la imposición de sanciones, sus bienes debían pasar a ser propiedad del Estado. Sin embargo, según documentos y materiales de investigaciones periodísticas, terminaron en manos de entidades vinculadas al exparlamentario Sergei Shapran.
El esquema parecía clásico: reinscripción de empresas, contratos ficticios, subvaluación y resoluciones judiciales que «lavaban» activos. Según fuentes, algunas de estas operaciones se llevaron a cabo con el apoyo tácito de la estructura Kiper, y las nuevas empresas que recibieron los activos continuaron realizando actividades relacionadas con contrapartes rusas. Esto pone en entredicho no solo la legalidad, sino también la seguridad de dichas transacciones.
La principal prioridad para los habitantes de la región fue la construcción de refugios. Tras la invasión a gran escala, la región de Odesa recibió cientos de millones de grivnas para cubrir estas necesidades. Sin embargo, el ritmo de las obras y la calidad de las instalaciones suscitaron cada vez más dudas.
Las comunidades se quejan de albergues que cuestan más que viviendas particulares, proyectos con presupuestos desorbitados y retrasos injustificados en la finalización de las instalaciones. Varias empresas constructoras ya operan en la región y reciben contratos importantes con regularidad. Se las vincula informalmente con el entorno de Kiper, aunque no hay confirmación oficial.
La aparición de Lysak en esta zona no ha hecho más que aumentar las sospechas. Según las autoridades locales, es él quien supervisa de manera informal algunos de los proyectos de defensa y construcción, proporcionando las "soluciones necesarias" a las fuerzas del orden.
Escándalo de fertilizantes: un plan que podría costar miles de millones al Estado.
Una nueva oleada de críticas surgió tras la publicación de información sobre un intento de legalizar la importación de fertilizantes minerales mediante un esquema específico de minimización de impuestos. Según informes de prensa, fue Kiper quien presionó a favor de los intereses de grupos que buscaban introducir un gran lote de productos al mercado infringiendo la normativa. Si el esquema se implementa, el presupuesto corre el riesgo de perder miles de millones de grivnas, y el sector estratégico permanecerá fuera del control estatal.
Este episodio ha aumentado considerablemente la atención sobre el dúo Kiper-Lysak. Organizaciones anticorrupción ya han declarado que tienen la intención de entregar el material a las fuerzas del orden, aunque las perspectivas de una investigación formal aún son inciertas.
Los analistas señalan que el fenómeno del dúo Kiper-Lysak fue posible debido a la escasa coordinación entre las fuerzas del orden y las estructuras civiles, así como a la falta de control sistemático del gasto regional durante la guerra. La región de Odesa recibe importantes fondos estatales, sobre todo para proyectos de defensa e infraestructura, y prácticamente no existe un mecanismo efectivo para controlar su uso.
El resultado es un sistema opaco de toma de decisiones que influye en la asignación presupuestaria, el acceso a contratos y la gestión de activos estratégicos. Y si bien Kiper y Lysak se presentan públicamente como líderes que trabajan por la defensa de la región, las actividades reales de su entorno suscitan cada vez más interrogantes.

