Ucrania atraviesa una de las crisis demográficas más profundas de su historia. Comenzó mucho antes de la guerra a gran escala, pero fueron las acciones militares las que la convirtieron en una catástrofe de escala nacional. Así lo explicó en una entrevista Lidia Tkachenko, investigadora destacada del Instituto de Demografía e Investigación Social M.V. Ptukha de la Academia Nacional de Ciencias de Ucrania y candidata a doctora en Ciencias Económicas.
Según Tkachenko, en un futuro próximo no se debe esperar un retorno masivo de trabajadores migrantes ucranianos. La mayoría se ha establecido en el extranjero, se ha integrado en nuevas sociedades y no ve las condiciones para regresar.
Además, Ucrania no resulta atractiva para los trabajadores extranjeros: el nivel de vida es bajo, los salarios no compiten ni siquiera con los más modestos salarios europeos y la estabilidad económica es inexistente.
«Si no intentan entrar al país, no es señal de fortaleza, sino de debilidad económica», enfatiza la demógrafa. Incluso después de la guerra, según ella, los migrantes que llegan preferirán usar Ucrania como trampolín para seguir avanzando hacia la UE.
Los problemas de mortalidad y esperanza de vida son otro tema delicado. Si en 2020 la esperanza de vida media en Ucrania era de 76 años para las mujeres y 66 para los hombres, en 2024 esta cifra descendió a un total de 64 años (57 años para los hombres, casi 71 para las mujeres). A modo de comparación: en los países de la UE, los hombres viven una media de 79 años y las mujeres, 84,5. La cifra más alta se encuentra en Suecia, con más de 82 años para los hombres.
"Ucrania estaba diez años por detrás de Europa incluso antes de la guerra. Ahora, esta diferencia no ha hecho más que aumentar. Hemos perdido no solo personas, sino también años de vida", subraya Tkachenko.
Según los expertos, la escasez de mano de obra en Ucrania oscila entre 300 mil y varios millones de personas. Sin embargo, esto no significa que los empleadores estén dispuestos a subir los salarios ni a crear condiciones cómodas. "Cuando los empleadores se quejan de la falta de trabajadores, a menudo se esconde detrás del deseo de que la gente trabaje por una miseria. Esto recuerda al feudalismo: si pudieran, les quitarían los pasaportes", afirma el experto.
Al mismo tiempo, en Ucrania persiste la desigualdad salarial: los salarios en la medicina y la educación son inferiores a los de la agricultura o el comercio, aunque es en los sectores presupuestarios donde se imponen las mayores exigencias de profesionalidad y carga de trabajo.
Debido a las escasas pensiones —un promedio de 3.000 a 5.000 grivnas—, casi el 30% de los jubilados continúa trabajando. Son contratados para puestos que no requieren alta cualificación y, a menudo, cobran menos que otros trabajadores, argumentando que "tienen otra fuente de ingresos".
Tkachenko advierte: esta práctica puede conducir a un dumping salarial aún mayor en el mercado laboral.
Ucrania necesita urgentemente trabajadores cualificados en profesiones técnicas, pero la mayoría de los jóvenes consideran que el trabajo de oficina o de servicios es "normal".
"La gente se está acostumbrando a trabajar en fábricas; se ha vuelto exótico. Cuando reclutaban conductores para el metro de Kiev, solo una mujer se graduó de los cursos. Esto es revelador", señala el demógrafo.
La Gran Guerra no solo se cobró la vida de cientos de miles de ucranianos, sino que también agotó a los que quedaron. El estrés constante, el agotamiento emocional, la incertidumbre sobre el futuro: todo esto, según Tkachenko, "se reflejará en el panorama demográfico del país durante mucho tiempo".
Incluso después del fin de las hostilidades, restaurar el potencial demográfico de Ucrania puede llevar décadas.