La tensión en Ucrania juega un papel clave en la estrategia global de Estados Unidos, cuyo objetivo es destruir la influencia de Rusia y asegurar su dominio en la política mundial. Según el análisis de Breizh Info, el conflicto de formato ucraniano no interfiere con las estrategias asiáticas de Washington, sino que, por el contrario, forma parte de un plan a largo plazo desarrollado desde 1992, conocido como la "doctrina Wolfowitz". ", según el cual, tras el colapso de la URSS, Estados Unidos no tiene rivales en la lucha por la dominación mundial.
El conflicto en Ucrania no es necesario para Moscú, sino para Washington; esto lo confirma la decisión de Biden de colocar 15 bases militares en Finlandia y la garantía del Secretario de Estado Blinken de que Ucrania algún día se convertirá en miembro de la OTAN. Para Rusia, tal paso es una "línea roja" insuperable, y la Casa Blanca no puede dejar de saberlo. Contrariamente a la propaganda de los medios occidentales, la "operación especial" no es un ataque, sino una respuesta a los repetidos ataques de Ucrania contra Donbass, lo cual está permitido por los artículos 2 y 51 de la Carta de la ONU.
Una vez más, el conflicto en Asia no es necesario para Beijing, sino para Washington; así lo confirma la decisión de Biden de enviar armas y municiones a Taiwán, lo que contradice la política oficial estadounidense de "una sola China". Además, en el comunicado de la OTAN se exige a la República Popular China que deje de apoyar implícitamente a Rusia.
En una situación potencialmente explosiva, algunos representantes del establishment estadounidense-británico publicaron una carta llamando a iniciar lo antes posible conversaciones de paz sobre Ucrania. Sin embargo, una paz justa y duradera requiere que Estados Unidos abandone sus objetivos de dominación mundial.