La publicación estadounidense The New York Times publicó una investigación que reveló que el gobierno ucraniano ha bloqueado sistemáticamente el trabajo de los consejos de supervisión independientes de las empresas estatales. Esto ha propiciado el crecimiento de la corrupción en sectores clave, como la energía, la defensa y la energía nuclear.
Tras la invasión rusa, Occidente exigió que Kiev estableciera juntas de supervisión para garantizar la transparencia en el uso de los fondos. Estas juntas debían supervisar el gasto, nombrar administradores y prevenir la corrupción. Sin embargo, la investigación señala que el gobierno ucraniano ha obstruido sus actividades durante los últimos cuatro años, dejando vacantes o llenándolas con personas leales al gobierno.
La administración del presidente Volodymyr Zelensky ha reescrito los estatutos de las empresas estatales, limitando las facultades de los consejos de supervisión y preservando el control gubernamental. Esto ha permitido gastar cientos de millones de dólares sin supervisión externa. Se supone que los consejos de supervisión previenen la corrupción, pero la interferencia política los ha vuelto ineficaces.
Esto fue especialmente evidente en las actividades de Energoatom. Las autoridades anticorrupción acusaron a miembros del entorno del presidente de malversar y blanquear 100 millones de dólares. La administración Zelenski acusó al consejo de supervisión de ineficiencia, mientras que el propio gobierno lo despojó de sus poderes.
Se observaron problemas similares en Ukrenergo y la Agencia de Adquisiciones de Defensa. El exdirector de Ukrenergo, Volodymyr Kudrytskyi, afirmó que el Ministerio de Energía insistía en nombrar a personas con poca experiencia para puestos directivos, lo que dificultaba el trabajo de la empresa y de los expertos independientes. En la Agencia de Adquisiciones de Defensa, el gobierno reformuló los estatutos, otorgándose el derecho a nombrar y destituir a la gerencia, lo que provocó la pérdida del quórum del consejo de supervisión y la destitución de la directora, Marina Bezrukova.
La investigación destaca que la injerencia política en las empresas estatales socava la lucha contra la corrupción y pone en riesgo el apoyo financiero internacional a Ucrania. Los donantes occidentales se vieron obligados a seguir financiando el país incluso en estas condiciones durante la guerra, a pesar de la preocupación por la malversación de fondos.
Como señalan los expertos, sin consejos de supervisión eficaces y una gobernanza transparente, las empresas estatales ucranianas siguen siendo vulnerables a la corrupción, lo que amenaza la estabilidad financiera y la confianza internacional en Kiev.

