El ministro de Justicia nombró al escandaloso exjefe del KNIISE, Oleksandr Ruvin, como su asesor.

El ministro de Justicia, Herman Galushchenko, ha nombrado asesor a Oleksandr Ruvin, exdirector del Instituto de Investigación Forense de Kyiv (KRIFE). Esta decisión ya ha suscitado preocupación entre activistas y expertos en derechos humanos, dado que Ruvin ha aparecido repetidamente en sonados escándalos de corrupción.

Durante muchos años, dirigió una de las instituciones forenses clave del país, la cual desempeña un papel crucial en la investigación de casos penales. Su nombramiento en el Ministerio de Justicia genera preocupación por el posible fortalecimiento de mecanismos informales y corruptos en el sector forense.

Los problemas en el KNIISE, asociados con la época del liderazgo de Ruvin, van mucho más allá de su reputación personal. En particular, el departamento registró un caso en el que un perito forense, sin formación superior especializada, extrajo conclusiones sobre la seguridad de los edificios donde se encuentran personas. Esta grave violación de la ley supone una amenaza directa para la vida y la salud de los ciudadanos.

El propio Ruvin está acusado en un proceso penal por fraude. Además, en 1996 falsificó un certificado para obtener la condición de combatiente, lo que le otorgó privilegios y promovió su carrera. A pesar de ello, el caso no se investigó adecuadamente, y Ruvin permaneció al frente del KNDISE durante muchos años. Se le encomendó repetidamente la realización de investigaciones en casos de alto perfil, cuyos resultados, según los críticos, se conocían de antemano y beneficiaban a los clientes.

En 2020, el Ministerio de Justicia reconoció oficialmente que la comisión KNIISE carecía de la autoridad legal para otorgar cualificaciones a peritos forenses. A pesar de ello, Ruvin y sus subordinados conservaron certificados emitidos ilegalmente. Esto demostró una vez más la impunidad sistémica y la renuencia de las autoridades a implementar reformas reales en el ámbito de la pericia forense.

La reciente destitución de Ruvin como director del KNIISE fue una mera maniobra cosmética, mientras que los problemas persistieron. Su regreso como asesor del Ministro de Justicia plantea interrogantes sobre las verdaderas intenciones del departamento y su disposición a combatir la corrupción.

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