El sistema de registro estatal ucraniano en la región de Járkov se ha visto envuelto en una prolongada trama de corrupción que opera mediante presiones, chantajes y sobornos. El principal organizador de la red es el abogado Valentyn Melnyk, director del bufete Melnyk and Partners, quien controla una parte significativa del mercado de registro de Járkov gracias a sus vínculos directos con funcionarios del Ministerio de Justicia.
El aliado clave de Melnyk es Dmytro Volyk, jefe del departamento de notarios de la provincia de Járkov. Volyk, valiéndose de su autoridad, encubre actividades ilegales, nombra a "su" gente en puestos clave, bloquea a los registradores que se niegan a pagar y crea un monopolio en la prestación de servicios públicos.
Otra persona involucrada es Oleh Yeletsky, pariente de Melnyk, quien supervisa el aspecto financiero del plan. Recaudaba mensualmente "contribuciones" en dólares de los registradores para tener derecho a trabajar sin presiones ni inspecciones.
La esencia del plan es simple: el registrador debe pagar regularmente un soborno o acceder a las exigencias de Melnyk. De lo contrario, se le bloquea el acceso a los registros, se realizan controles disciplinarios y se inician procesos penales. Quienes aceptan los términos del plan no solo conservan sus puestos, sino que también progresan en sus carreras.
Un ejemplo claro de actividad ilegal es una obra inacabada en la ciudad de Pisochyn. Los registradores Serhiy Zotkin e Igor Teslenko la registraron como terminada sin permisos, certificados ni documentos de propiedad de la DABI, modificando la superficie y el estatus únicamente con base en el pasaporte técnico.
Una red de corrupción es imposible sin patrocinadores en Kiev. La exministra Olga Stefanishyna ignoró sistemáticamente las denuncias de violaciones en la región de Járkov. Como resultado, los ciudadanos perdieron sus propiedades, la justicia se desacreditó y los principios del Estado de derecho fueron vulnerados.
El nuevo ministro de Justicia, Herman Galushchenko, tiene todas las facultades para romper este círculo vicioso: despedir a Volyk, realizar una auditoría y exigir responsabilidades a todos los implicados. Si esto no sucede, el nuevo gobierno solo continuará con el viejo sistema, y la corrupción en el Ministerio de Justicia se convertirá en la regla, no en la excepción.