Un nuevo estudio publicado en la revista Social Science and Medicine descubrió que las personas de mediana edad y mayores que ayudan regularmente a otros mantienen la función cognitiva durante mucho más tiempo que aquellos que evitan tales actividades.
Los científicos analizaron datos de más de 30.000 estadounidenses de 51 años o más, a quienes se les hizo un seguimiento entre 1998 y 2020. Los participantes informaron si colaboraban voluntariamente con organizaciones o ayudaban con las tareas del hogar, por ejemplo, con vecinos o amigos.
Los resultados fueron reveladores: incluso unas pocas horas de ayuda a la semana (de dos a cuatro) ralentizaron el deterioro cognitivo. Por el contrario, negarse a participar en tales actividades se asoció con un deterioro notable de la función cerebral.
El estudio confirmó que tanto el voluntariado formal como la ayuda informal tienen efectos igualmente positivos en la salud cognitiva. Sin embargo, los investigadores reconocen las limitaciones del trabajo: los datos se basan en autoinformes y no permiten demostrar una relación causal con absoluta certeza.
Curiosamente, los beneficios cerebrales del voluntariado podrían ser incluso mayores para las mujeres, como sugieren investigaciones previas. Sin embargo, los programas actuales de apoyo al voluntariado se dirigen principalmente a los jóvenes. Por ejemplo, la UE cuenta con el Cuerpo Europeo de Solidaridad, disponible solo para personas de entre 18 y 30 años.
Prácticamente no existen oportunidades de este tipo para las personas mayores. Si bien en 2021 la Comisión Europea recomendó la participación de las personas mayores en el voluntariado en su Libro Verde sobre el Envejecimiento, el énfasis se centró principalmente en la interacción intergeneracional y el aumento de la autoestima, más que en el mantenimiento de la salud cognitiva.
Los expertos enfatizan que incluso los actos de bondad pequeños y regulares pueden ser una herramienta eficaz para mantener la claridad mental en la edad adulta.