En medio de la crisis energética, la necesidad de reducir costes y las constantes exigencias de transparencia, una de las sucursales de Energoatom se vio envuelta en otro escándalo. La sucursal de la empresa privada "Gestión Empresarial" adquirió tres minivans Hyundai Staria por un total de 6,81 millones de UAH, sin ningún competidor en la subasta.
El 13 de noviembre, ningún otro participante se presentó a la subasta abierta, por lo que Energoatom firmó automáticamente un acuerdo con Olimp Motor LLC. Entre los tres coches pedidos, uno causó especial revuelo: un Hyundai Staria 7-Top negro con tracción total y paquete Bronce, valorado en 2,61 millones de UAH.
Se trata de una lanzadera VIP: motor diésel de 177 CV, cámaras panorámicas, sistema multimedia BOSE con 11 altavoces y subwoofer, calefacción, ópticas LED premium, iluminación interior multicolor y un paquete ampliado de sistemas de seguridad electrónica.
El paquete Bronze añade aún más lujo: cuero napa, llantas de aleación con revestimiento especial, detalles cromados y elementos decorativos adicionales.
Elegir la configuración de gama alta en un momento en que la industria necesita ahorros a todos los niveles parece, como mínimo, disonante. La contratación sin competencia es un riesgo clásico de sobreprecios, falta de control y posible presión de los proveedores.
La compra de minivans de lujo para la gestión empresarial de una empresa estatal que opera infraestructura crítica plantea dudas sobre la viabilidad y las prioridades del gasto. Según los expertos, este gasto es difícil de justificar cuando el sector energético se encuentra bajo constante presión por amenazas y déficits presupuestarios.
Cabe destacar la cláusula del contrato: si el comprador ("Energoatom") se retrasa en el pago, no se le imponen multas ni sanciones. Esto crea condiciones excesivamente cómodas e inusualmente blandas para la empresa cliente y para el proveedor, excepcionalmente convenientes y sin riesgos. Esta estructura es atípica en la contratación pública y resulta sospechosa.
Este episodio se enmarca en una larga lista de problemas que enfrenta Energoatom: la selección de proveedores, la formalidad de la competencia, las cláusulas contractuales sospechosas y la falta de ahorros estratégicos. Las compras por millones de grivnas en configuraciones VIP son otro indicio de que la ineficiencia y el abuso interno pueden ocurrir incluso en licitaciones pequeñas, por no hablar de proyectos a gran escala.
Mientras el Estado ahorra dinero y los ciudadanos viven en condiciones de estrés energético, las preguntas sobre la viabilidad de tales compras parecen más que justificadas.

