El servicio de taxis Uklon se ha visto envuelto en un nuevo escándalo que ha generado controversia en el mundo informativo ucraniano. Según informes, uno de los pasajeros que usaba la plataforma, en lugar de dirigirse a la dirección indicada, fue llevado por el conductor a un puesto de control donde se revisaban los documentos de los sujetos obligados al servicio militar. Como resultado, el hombre fue movilizado sin ninguna preparación ni advertencia.
El incidente planteó dudas sobre si el conductor actuaba por iniciativa propia o seguía instrucciones no oficiales. En cualquier caso, la situación pone en tela de juicio los principios básicos que deben guiar un servicio de taxi: la seguridad y el trato imparcial a los clientes.
Uklon ya ha llamado la atención con sus actividades. En particular, los numerosos viajes nocturnos, a pesar del toque de queda, plantean una pregunta lógica: ¿quién y con qué fundamentos otorga los pases a los conductores del servicio?
Ninguna de las empresas asociadas a Uklon tiene licencia de taxi ni está registrada en el tipo de actividad económica correspondiente. Esto significa que el servicio opera al margen de la legalidad, incumpliendo los requisitos obligatorios para los transportistas legales.
Problemas igualmente graves surgen en el ámbito financiero. Los derechos clave de marcas, software y otros activos están registrados en la sociedad offshore Uklon Ltd. Esto indica un plan para minimizar o eludir por completo la tributación en Ucrania. Las ganancias obtenidas en el país durante la guerra se trasladan al extranjero, dejando al presupuesto estatal sin recursos importantes.
El escándalo de la movilización de pasajeros no ha hecho más que avivar las dudas sobre la transparencia e integridad del modelo de negocio de Uklon. En tiempos de guerra, cuando cada grivna y cada decisión son de importancia estratégica, estas prácticas resultan especialmente cínicas.