El azúcar a menudo aparece en las discusiones sobre la salud como un mal absoluto, pero de hecho es una fuente vital de energía para el cerebro. Sin embargo, como con muchas otras sustancias, todo depende de la cantidad, el tipo y el contexto de uso. La psicología hoy explica cómo los diferentes tipos de azúcar afectan el cerebro y por qué un nivel de glucosa en sangre estable es crítico.
¿Qué es la comida y el azúcar en la sangre?
La comida (dieta) el azúcar no es solo el azúcar blanco que ponemos en té. Incluye moléculas como sacarosa, fructosa y lactosa contenidas en frutas, productos lácteos y alimentos tratados. Los azúcares agregados, incluidos los jarabes y los concentrados, que aumentan significativamente los niveles de glucosa en sangre.
La glucosa es el principal "combustible" para el cerebro. Sin embargo, su exceso en la dieta o las fluctuaciones agudas en los niveles sanguíneos pueden interrumpir el cerebro.
¿Cómo afecta el azúcar al cerebro?
Los alimentos de alto índice glucémico (dulces, refrescos, pan blanco) aumentan rápidamente el azúcar en la sangre. Puede llamar:
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Resistencia a la insulina que complica el acceso a la glucosa al cerebro;
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La inflamación en los tejidos cerebrales es uno de los factores de riesgo de depresión, accidente cerebrovascular y demencia;
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Estrés oxidativo debido a la formación de productos finales que dañan las células.
Las "dietas occidentales" llamadas SO, ricas en azúcares y productos ultra tratados, se asocian con un mayor riesgo de trastornos cognitivos y enfermedad de Alzheimer.
¿Por qué es importante el azúcar en la sangre estable?
Con la edad, el acceso cerebral a la glucosa se vuelve menos efectivo. Esto explica parcialmente la disminución de las funciones cognitivas y el desarrollo de enfermedades neurológicas. Los estudios muestran que la diabetes tipo II aumenta el riesgo de demencia en un 60%. Incluso los trastornos menores de la insulina pueden reducir la memoria, la concentración y la velocidad de pensamiento.
¿Cómo mantener el cerebro en tono?
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Restringir la adición de azúcares: dulces, galletas, bebidas carbonatadas.
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Consume alimentos mínimamente procesados ricos en fibra (verduras, legumbres, productos integrales).
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Mantenga la actividad física regular: mejora la sensibilidad a la insulina.
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Siga la calidad del sueño y el estrés de control: estos factores afectan la regulación hormonal de los niveles de apetito y glucosa.
Una actitud razonable hacia el azúcar no es solo una cuestión de cifra, sino también una clave para una mente sana y clara en el futuro.