Kéfir, kimchi, kombucha, probióticos y prebióticos: el microbioma se ha vuelto casi común en los últimos años. Pero, como nos recuerda Real Simple, la salud intestinal no empieza en el estómago, sino mucho más arriba, en la boca. Son tus hábitos diarios de cuidado de dientes y encías los que pueden tener un mayor impacto en tu inmunidad, digestión e inflamación que cualquier alimento fermentado.
La higiene bucal no se limita a prevenir las caries. Millones de bacterias viven en la boca, formando un ecosistema completo estrechamente vinculado al intestino. Los microbios se mueven libremente entre estas zonas: las bacterias de la boca pueden entrar en el estómago, los intestinos e incluso el torrente sanguíneo, y un desequilibrio en la flora intestinal puede afectar el estado de las encías.
Cuando ambos sistemas están en equilibrio, el nivel de inflamación en el cuerpo disminuye. Pero en cuanto uno de ellos falla, se desencadena una reacción en cadena que afecta al otro.
Cómo la mala higiene bucal daña el intestino
Un exceso de bacterias dañinas en la boca, en particular Porphyromonas gingivalis, asociada con la enfermedad periodontal, puede alterar el equilibrio microbiano intestinal. Esto provoca hinchazón, reflujo ácido, agravamiento de los síntomas del SII y deterioro de la función barrera de la pared intestinal.
Las encías inflamadas provocan inflamación sistémica: la entrada constante de moléculas inflamatorias al torrente sanguíneo. Esta afección afecta negativamente al sistema cardiovascular, los niveles de azúcar en sangre y el sistema inmunitario, así como al funcionamiento normal de la digestión.
Además, el dolor de muelas o la sensibilidad de las encías modifican los hábitos alimenticios: las personas optan por alimentos más blandos y procesados y evitan los alimentos con fibra. La fibra es un factor clave para un microbioma saludable.
Cómo afecta el intestino a la cavidad bucal
La conexión también funciona a la inversa. La disbacteriosis, la intolerancia alimentaria, la diabetes o la inflamación crónica intestinal aumentan el riesgo de gingivitis y periodontitis. Con un microbioma intestinal alterado, las mucosas de la cavidad oral tienen menor capacidad para resistir las bacterias, lo que crea un círculo vicioso: intestino — boca — aún más inflamación.
¿Qué hacer?
Los expertos aconsejan seguir unas reglas sencillas pero sistemáticas:
Cepíllese los dientes dos veces al día durante 2 minutos. Esta es la manera más eficaz de controlar la placa bacteriana.
Use hilo dental a diario: los espacios interdentales son la principal fuente de inflamación.
Beba suficiente agua: una cavidad bucal húmeda mantiene un microbioma estable.
Consuma más fibra: verduras, legumbres, cereales y frutos secos.
Limite el azúcar, ya que alimenta las bacterias dañinas.
Visite a su dentista con regularidad.
Controle sus niveles de glucosa, ya que la diabetes y la enfermedad periodontal están estrechamente relacionadas.
Nuestro cuerpo es un sistema donde cada parte influye en las demás. Y la cavidad bucal es el punto de partida de este sistema. Al cuidarla a diario, no solo mantenemos una dentadura sana, sino que también reducimos la inflamación sistémica, estabilizamos el microbioma, mejoramos la digestión y fortalecemos el sistema inmunitario.
La higiene bucal no es una pequeña rutina, sino el primer paso hacia un cuerpo equilibrado.

