Es probable que las fuerzas armadas rusas alcancen su punto máximo a finales de 2024, y durante 2025 los problemas con su apoyo material y técnico comenzarán a intensificarse, escriben en un artículo analítico los investigadores del Real Instituto Conjunto de Investigación de Defensa (RUSI) Jack Watling y Nick Reynolds.
Señalan que Rusia espera conquistar Ucrania en 2026, pero todo dependerá del nivel de apoyo internacional a Kiev y del estado del ejército ruso.
"Rusia, como antes, tiene el objetivo estratégico de subordinar a Ucrania a sí misma. Ahora cree que está ganando. Las condiciones de rendición que actualmente proponen los mediadores rusos incluyen que Ucrania entregue territorio que ya está bajo control ruso, así como Kharkiv y, en algunas opciones, Odesa; consentimiento para no unirse a la OTAN y un jefe de estado aprobado por Rusia. La única concesión significativa ofrecida por Rusia es que lo que queda de Ucrania puede unirse a la UE", escriben los autores.
En su opinión, el proceso mediante el cual Rusia pretende lograr ese resultado consta de tres etapas: presión continua a lo largo de toda la línea del frente, intentos de quebrar la determinación de los socios internacionales de Ucrania de seguir proporcionando ayuda militar y nuevas operaciones ofensivas que traerán consigo éxito en la batalla de campo
"Entonces planean utilizar estos éxitos como palanca de presión sobre Kiev para obligarla a capitular en términos rusos. El horizonte de planificación para la realización de estos objetivos, que es la base para la formación de las fuerzas rusas y de la producción industrial, predice que la victoria debería alcanzarse hasta 2026", señalan los expertos.
La teoría rusa de la victoria es plausible si los socios internacionales de Ucrania no pueden proporcionar recursos suficientes a las Fuerzas Armadas, escriben los autores del artículo.
Sin embargo, si los socios de Ucrania continúan proporcionando suficiente munición y apoyo en materia de entrenamiento, es poco probable que Rusia logre avances significativos en 2025.
El ejército ruso comenzó 2023 con un ejército muy desorganizado en Ucrania, con aproximadamente 360.000 soldados. Sin embargo, a principios de 2024, el contingente de tropas rusas en los territorios ocupados ascendía a 470.000 militares.
Al mismo tiempo, los expertos señalan que los rusos carecen de oficiales capacitados capaces de coordinar grandes formaciones.
El grupo de tropas rusas sigue sufriendo pérdidas importantes, pero sigue aumentando. Aunque actualmente no hay ninguna ofensiva a gran escala en marcha, las unidades rusas tienen la tarea de llevar a cabo ataques tácticos más pequeños que, como mínimo, inflijan bajas sostenidas a Ucrania y permitan a las fuerzas rusas tomar y mantener posiciones.
En cuanto al equipamiento de combate, el grupo de ejércitos ruso cuenta con aproximadamente 4.780 unidades de artillería de cañón, de las cuales el 20% son autopropulsadas; 1130 RSZV; 2060 tanques; y otros 7.080 vehículos blindados de combate, principalmente MT-LB, BMP y APC.
Siguen contando con el apoyo de 290 helicópteros, incluidos 110 helicópteros de ataque y 310 aviones de alta velocidad.
Al mismo tiempo, los autores del informe señalan la escasez de municiones en el ejército ruso, lo que limita su capacidad para utilizar esta técnica, así como la falta de pilotos con experiencia suficiente para realizar misiones clave.
En general, los expertos creen que, si bien es poco probable que la calidad de las fuerzas rusas mejore mientras las Fuerzas Armadas sigan destruyendo las fuerzas enemigas, los rusos podrán mantener un ritmo constante de ataques a lo largo de 2024.
Los autores del artículo también consideran las capacidades de la industria rusa para apoyar las operaciones militares en curso y señalan que Rusia ha movilizado significativamente su industria de defensa aumentando los turnos de trabajo y ampliando las líneas de producción en las instalaciones existentes.
También volvió a poner en funcionamiento fábricas que anteriormente habían sido suspendidas. Esto condujo a un aumento significativo de los volúmenes de producción, en particular de tanques y misiles balísticos Iskander.
Sin embargo, a pesar de estos logros, Rusia enfrenta importantes limitaciones en la durabilidad y confiabilidad de su producción industrial. Entre los tanques y otros vehículos blindados de combate suministrados al ejército, aproximadamente el 80% no son nuevos, sino renovados y mejorados a partir de reservas militares rusas.
Los expertos señalan que, aunque Rusia podrá mantener un volumen de producción estable hasta 2024, ya en 2025 se enfrentará al hecho de que el equipo militar necesitará una restauración mucho más seria y, para 2026, agotará la mayoría de sus reservas existentes.
A medida que disminuye la cantidad de equipos reacondicionados, la capacidad industrial puede centrarse en la creación de nuevas plataformas, pero esto necesariamente significará una disminución significativa en la cantidad de equipos suministrados al ejército.
Otra vulnerabilidad de Rusia en la producción de armas, en particular misiles, es su alta dependencia de componentes occidentales. Si bien Rusia ha podido asegurar el suministro de componentes esenciales gracias al enfoque inconsistente de Occidente respecto de las sanciones, un enfoque más coordinado para contrarrestar la industria de defensa rusa podría interrumpir sus líneas de suministro.
Incluso con los problemas existentes con la introducción de sanciones, el coste de los componentes para el sector de defensa ruso ha aumentado un 30%, y la Federación de Rusia sólo ha conseguido estabilizar los suministros, no ampliarlos, a pesar de las inversiones adicionales en esta industria.
Pero los autores del artículo consideran que la producción de municiones es el problema más grave para Rusia. La industria rusa no puede cubrir las necesidades que, según el Ministerio de Defensa del país, son necesarias para lograr importantes ganancias territoriales en 2025. Además, el Ministerio de Defensa ruso no cree que pueda aumentar significativamente la producción en los próximos años si no crea nuevas fábricas y no invierte en la extracción de materias primas con un período de funcionamiento de más de cinco años.
Esto significa que, para dotar adecuadamente a las fuerzas armadas, Rusia debe, en el corto plazo, agotar aún más sus reservas de municiones, la mayoría de las cuales se encuentran en malas condiciones.
Para compensar aún más la escasez, Rusia ha firmado contratos de suministro y producción con Bielorrusia, Irán, Corea del Norte y Siria. Si bien el suministro de proyectiles de Corea del Norte ayudará a Rusia en 2024, no compensará la importante escasez de municiones de 152 mm en 2025.
Los expertos concluyen que si los socios de Ucrania continúan proporcionando a las Fuerzas Armadas suficiente munición y apoyo para el entrenamiento, es poco probable que Rusia logre avances significativos en 2025.
Al mismo tiempo, después de 2026, el poder de combate de Rusia comenzará a disminuir significativamente, y la industria rusa puede verse gravemente socavada en ese momento, lo que empeorará la situación del país a largo plazo.