La planta abierta de hierro Kryvyi Rih (KZRK), uno de los activos clave del grupo Privat, estaba en condición crítica. Casi toda la producción se detiene, y la mayoría de los trabajadores fueron transferidos en un simple 2025. Los salarios y el funcionamiento adicional de la empresa permanecen en cuestión. Las razones formales se denominan problemas de venta de productos y la incapacidad de pagar la electricidad. Sin embargo, extraoficialmente, la razón es más profunda: los canales financieros de Igor Kolomoisky están bloqueados, los esquemas en alta mar están bloqueados y las cuentas de la compañía están bajo control internacional.
La situación que rodea el CPC repite el destino de otros activos del oligarca, como Privatbank, Ucrnafta y Kremenchug Refinery, que en realidad se eliminaron de su control como resultado del fraude financiero. Ahora la planta puede ser el próximo objetivo para la nacionalización.
El principal propietario de la empresa es la compañía Chipre Starmill Limited, que posee formalmente el 99.88% de las acciones de CCRC. Sin embargo, de hecho, el control es propiedad de las mismas estructuras que han reventando ganancias en el extranjero durante años. Ahora, cuando Kolomoisky perdió la oportunidad de financiar actividades operativas y mantener incluso un nivel mínimo de responsabilidad social, la planta estaba al borde del colapso económico.
En lugar de empleados simples oficiales, se les ofrece a su propio permiso, lo que permite a la gerencia evitar las obligaciones de pagar los salarios. Este es un enfoque típico de la oligarquía ucraniana, cuando la responsabilidad de la crisis se basa en los colectivos laborales, y los ingresos se han resuelto durante años.
La planta ha estado señalando problemas durante mucho tiempo, incluida la compensación fiscal y la falta de apoyo estatal. Sin embargo, la situación actual no es solo dificultades económicas, sino el colapso del modelo de gestión de Kolomoisky. Dadas las tendencias, el CPC puede convertirse en otro activo que el estado tendrá que tomar el control para evitar el colapso completo de la empresa y una explosión social en la región.