Tras el fin de la guerra y la apertura de las fronteras, Ucrania podría afrontar una nueva etapa de emigración, pero no se parecerá a la primera ola de 2022. Así lo afirmó Ella Libanova, directora del Instituto Ptukh de Demografía e Investigación Social de la Academia Nacional de Ciencias de Ucrania, en una entrevista con el canal de YouTube "Orestokratiya".
Según Libanova, la mayoría de las mujeres que querían irse debido a la guerra ya se han marchado, junto con sus hijos. Quienes se han quedado en Ucrania, por regla general, no planean emigrar, también porque las condiciones para los refugiados ucranianos en la UE ya no son tan cómodas como en 2022: cada vez hay menos viviendas gratuitas, se están reduciendo las prestaciones y el mercado laboral en muchos países está saturado. Esto desalienta a la "nueva ola" de mujeres a irse.
Pero los hombres pueden irse tras el levantamiento de las restricciones de viaje. Libanova lo explica de forma muy pragmática: si la esposa y los hijos han logrado establecerse en Europa en dos o tres años —tienen trabajo, vivienda, guardería o escuela, amigos, normas claras— y el hombre no tiene nada a lo que regresar en Ucrania (vivienda destruida, pérdida del trabajo, falta de ingresos estables), entonces la lógica de "me uno a la familia" cobra fuerza. Es decir, el riesgo de una segunda ola migratoria después de la guerra afecta principalmente a los hombres en edad de reclutamiento, que actualmente no pueden irse físicamente, pero que querrán reunirse con sus familias inmediatamente después de la apertura de las fronteras.
Esto afecta directamente a la demografía y al mercado laboral. El Instituto de Demografía lleva tiempo advirtiendo que Ucrania ya tendrá escasez de trabajadores después de la guerra, y la salida adicional de hombres aptos para el trabajo complicará la recuperación de la infraestructura y la economía.
Paralelamente, fuera de Ucrania, crece la presión política en torno a la cuestión de los refugiados ucranianos, especialmente los hombres. En muchos países de la UE, la actitud pública hacia los ucranianos se ha endurecido gradualmente en comparación con el primer año de la invasión a gran escala: la ayuda ya no se percibe como una "obligación incondicional", y el lema de "dejarlos regresar y luchar" es cada vez más utilizado por los populistas. Esto es especialmente notorio en Polonia.
El ex primer ministro polaco Leszek Miller ha declarado públicamente que «Polonia tiene un arma para ayudar a Ucrania»: devolver a Ucrania a los hombres ucranianos en edad militar que permanecieron en la UE, e incluso permitir que las fuerzas del orden polacas los detengan y los devuelvan. Afirma que «es extraño ver a millones de jóvenes que no luchan por su país». Estas palabras ya han provocado una fuerte reacción, en particular por parte de Ucrania, que califica dicha retórica de provocadora.
Es decir, tenemos dos tendencias opuestas:
- dentro de Ucrania, después de la victoria, puede haber una salida completamente racional de algunos hombres a sus familias en la UE;
- en la propia Europa, cada vez hay más llamados políticos a que estos hombres "regresen a luchar" y no permanezcan en el extranjero.
Y esto no es solo una emoción, sino un factor de seguridad y de recuperación del país. Porque si después de la guerra se abren las fronteras al mismo tiempo y parte de los hombres sanos se marcha, será más difícil para Ucrania reconstruir ciudades donde las viviendas están destruidas y hay escasez de trabajadores. Esto es lo que Libanova llama el riesgo de una segunda ola migratoria.

