Las señales sobre el aumento del precio del combustible en el mercado ucraniano, que aparecieron en septiembre, se perfilan cada vez más como una amenaza real. Según algunos analistas, en octubre el precio del litro de gasolina A-95 podría subir a 62-65 grivnas, y en algunas cadenas, hasta 70 grivnas/l. El precio del diésel también podría subir a un nivel similar. Actualmente, el precio medio de venta al público del A-95 fluctúa en torno a las 58,72 grivnas/l, y el del diésel, a 55,87 grivnas/l, pero diversos factores crean las condiciones para un mayor crecimiento.
Uno de estos factores es el origen del combustible importado. El 15 de septiembre, el SBU solicitó a la Aduana de Energía que limitara el suministro de productos petrolíferos procedentes de la India y exigiera un análisis de laboratorio obligatorio de cada lote, debido a las sospechas de uso de petróleo ruso en la producción. Sin embargo, los expertos dudan que una verificación cualitativa resuelva el problema: el especialista en energía Gennady Ryabtsev enfatiza que es prácticamente imposible determinar el origen del combustible ya procesado, incluso con equipos modernos, y que los documentos justificativos pueden falsificarse fácilmente en plataformas offshore o en tránsito por terceros países.
Las posibles restricciones a las importaciones a través del puerto rumano de Constanza añaden otra capa de incertidumbre. Aproximadamente una cuarta parte de todos los productos petrolíferos que llegan a Ucrania a través de este puerto como reserva, y según el grupo consultor A-95, más del 75 % del combustible importado a través de Constanza es de origen indio o turco. El presidente de la compañía, Serhiy Cuiun, no descarta que en octubre las restricciones puedan afectar no solo a la India, sino también al suministro a través del propio puerto, un asunto que las autoridades rumanas están discutiendo actualmente con los comerciantes para evitar la entrada al mercado de productos de dudosa procedencia.
La situación también se ve influenciada por la posición de las grandes refinerías. En particular, el gigante indio Reliance procesa más de 60 millones de toneladas de petróleo al año; en su operación, una parte significativa de los recursos rusos permite que los productos tengan precios competitivos, pero al mismo tiempo genera riesgos en el contexto de la política de sanciones. Es a través de estas cadenas de suministro que la cuestión del origen de las materias primas adquiere relevancia geopolítica y regulatoria.
Otro factor a largo plazo que presiona los precios son los cambios en la carga impositiva, como parte de las obligaciones de la integración europea. A partir del 1 de enero de 2026, el tipo impositivo de la gasolina aumentará de 271,7 a 300 euros por cada mil litros, y el del diésel de 215,7 a 253,8 euros. Esto añadirá aproximadamente 1,5 UAH al precio del litro de gasolina y hasta 2 UAH al del diésel. Sin embargo, el efecto final dependerá de la política de precios de las cadenas de gasolineras, el nivel de competencia y otros factores externos.
Sin embargo, existen factores atenuantes en el mercado. Tras la crisis de 2022, Ucrania diversificó significativamente su suministro de combustible: si antes de la invasión a gran escala, hasta el 70% de la gasolina y el 40% del diésel se importaban de Rusia y Bielorrusia, hoy en día los suministros provienen de una gama más amplia de fuentes: Grecia, Turquía, Estados Unidos y otros países. Los comerciantes están demostrando flexibilidad y ya buscan alternativas a los suministros indios y turcos en caso de restricciones.
Las previsiones de las instituciones oficiales son más moderadas. El Banco Nacional de Ucrania estima un posible aumento de los precios del combustible de un promedio del 8 % en 2026 y otro del 6,9 % en 2027. Los analistas del Banco Nacional de Ucrania indican que esto se ve parcialmente compensado por el fortalecimiento previsto de la grivna, la estabilización de los precios mundiales del petróleo y la adaptación de los comerciantes a las nuevas condiciones logísticas y regulatorias.
A corto plazo, los factores clave son las decisiones regulatorias, la eficiencia de las inspecciones aduaneras y la rapidez para encontrar rutas y proveedores alternativos. Si las restricciones a la importación de laboratorios se generalizan y los suministros a través de Constanza se reducen significativamente, la presión sobre los precios minoristas podría hacerse notar ya en octubre. Si el sistema de inspección es específico y los comerciantes reorientan la logística con prontitud, los compradores podrán evitar los peores escenarios. Al mismo tiempo, el aumento de los impuestos especiales a partir de principios de 2026 seguirá siendo un factor de coste fijo que los vendedores incorporarán al precio del combustible, independientemente de las fluctuaciones a corto plazo.