El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, declaró en una entrevista con la cadena de televisión estadounidense NBC que el Kremlin no acepta las iniciativas propuestas por Estados Unidos para establecer la paz en Ucrania. Al mismo tiempo, como señalan analistas del Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW), estas declaraciones solo ocultan la renuencia de Moscú a comprometerse o participar en las negociaciones según el calendario propuesto por el presidente estadounidense Donald Trump.
Lavrov enfatizó que la parte rusa ha explicado repetidamente sus objetivos militares, tanto en reuniones con representantes estadounidenses como públicamente. Los analistas de ISW enfatizan: esto demuestra que el Kremlin no cambia sus exigencias y reitera las tesis sobre la "amenaza de la expansión de la OTAN" y la "violación de los derechos de los rusoparlantes en Ucrania".
Además, el ministro de Asuntos Exteriores ruso intentó una vez más culpar al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, del fracaso de las conversaciones. Afirmó que el líder ucraniano "no resolverá los problemas del Kremlin", tergiversando sus palabras sobre su negativa a abordar las cuestiones territoriales. En esencia, Lavrov dejó claro que la reunión de Zelenski con Putin no se celebraría a menos que Kiev aceptara condiciones que equivalieran a la capitulación política y cultural de Ucrania.
Lavrov también repitió las tesis habituales sobre la supuesta "ilegitimidad" de Zelenski, intentando utilizar la imposibilidad de celebrar elecciones durante la guerra para desacreditar al gobierno ucraniano ante la comunidad internacional. ISW enfatiza: el Kremlin está promoviendo deliberadamente esta retórica en el espacio informativo estadounidense para influir en la opinión pública estadounidense a su favor.
Por otra parte, el ministro de Asuntos Exteriores ruso comentó sobre las garantías de seguridad para Ucrania. Afirmó que Rusia no reivindica el derecho de veto, pero considera necesario un consenso que tenga en cuenta sus intereses. ISW advierte: el Kremlin intenta ocultar la violación del Memorándum de Budapest en 2014 y 2022 y obtener la condición de garante en el nuevo acuerdo. Esto, según los analistas, debilitará la capacidad de defensa de Ucrania y permitirá a Rusia bloquear sus futuras alianzas.