Los investigadores han desmentido la creencia arraigada de que los dulces son adictivos y crean hábito. Resultó que el gusto por el azúcar no es fruto del hábito, sino una preferencia innata por el gusto.
En un estudio de seis meses realizado en EE. UU. con 180 adultos, científicos demostraron que la cantidad de dulces en la dieta no afecta el deseo de comerlos, no altera el apetito ni contribuye al aumento de peso. Así lo informó SciTechDaily , citando una publicación de científicos de la Universidad de Wageningen (Países Bajos) como parte de un equipo internacional de investigación.
Los participantes se dividieron en tres grupos: con niveles altos, bajos y medios de consumo de dulces. Algunos consumían mermelada, chocolate y productos lácteos dulces, mientras que otros consumían principalmente alimentos sin azúcar: queso, jamón, hummus y mantequilla de cacahuete. Durante medio año, se les enviaron paquetes de productos listos para consumir, y se registraron regularmente los cambios en sus preferencias gustativas, dieta general, peso y estado de salud.
El resultado sorprendió incluso a algunos investigadores: por mucho dulce que comieran los participantes, su gusto por este sabor no cambió. Y lo más importante, no aumentó. Quienes consumieron más dulce no mostraron signos de "adicción", y quienes comieron menos no lo apreciaron menos.
Además, ninguno de los grupos mostró cambios en la ingesta total de calorías, proteínas, grasas y carbohidratos, el peso corporal o los riesgos de diabetes y enfermedades cardiovasculares.
El autor principal del estudio, el profesor de Ciencias Sensoriales Keis de Graaf, enfatizó que evitar el azúcar "por si acaso" no tiene fundamento científico. En su opinión, con base en estos datos, podemos desarrollar enfoques nutricionales más equilibrados sin entrar en pánico por los dulces.
La siguiente etapa es estudiar el impacto de los alimentos dulces en los niños. Al fin y al cabo, es a una edad temprana cuando se forman las preferencias alimentarias básicas.