Si bien la mayoría de las frutas se consideran saludables en la dieta, algunas pueden tener un impacto negativo en la salud hepática si se consumen en grandes cantidades. Los médicos recomiendan a las personas con trastornos hepáticos o con tendencia a la enfermedad del hígado graso tener especial cuidado con los alimentos ricos en azúcar o grasa.
mango
El mango es una de las frutas tropicales más populares, pero tiene un alto contenido de azúcares naturales, en particular fructosa, que constituye aproximadamente el 15 % de su pulpa. Dado que el hígado procesa la fructosa, su exceso puede provocar la acumulación de grasa en los hepatocitos y la aparición de la enfermedad del hígado graso no alcohólico. El consumo excesivo y regular de mango genera una sobrecarga metabólica, que puede provocar la pérdida gradual de la funcionalidad del órgano. Los expertos recomiendan el consumo moderado de mango a las personas con diabetes y enfermedades hepáticas crónicas.
Durian
El durián es conocido por su alto valor nutricional, pero también es rico en grasas saturadas. Esta característica lo hace potencialmente peligroso para personas con enfermedad del hígado graso o trastornos metabólicos. El consumo excesivo de durián puede provocar una intensa acumulación de depósitos de grasa en el hígado y reducir su capacidad para procesar lípidos. Organizaciones dedicadas al estudio de enfermedades hepáticas, en particular la Fundación Americana del Hígado, recomiendan limitar los alimentos ricos en grasas y azúcares en la dieta de las personas en riesgo; el durián se encuentra en esta categoría.
Longán
El longan, pariente cercano del lichi, contiene cantidades significativas de azúcares naturales: fructosa, glucosa y sacarosa. Su consumo excesivo obliga al hígado a procesar una mayor cantidad de glucosa, lo que puede causar inflamación, disbiosis y disfunción orgánica. El abuso del longan también puede causar trastornos metabólicos y deterioro del tracto gastrointestinal.
Espino
El espino blanco posee una alta concentración de ácidos orgánicos, incluyendo ácido cítrico, por lo que se utiliza activamente en la medicina popular. Sin embargo, su consumo excesivo puede causar dolor abdominal, náuseas, diarrea y otras irritaciones del sistema digestivo. En personas sanas, los médicos recomiendan no exceder una porción de 100 a 150 gramos para evitar sobrecargar el hígado y el tracto gastrointestinal.
Los expertos enfatizan que incluso los alimentos saludables pueden suponer riesgos si se consumen en exceso. Por lo tanto, las personas con enfermedades hepáticas o trastornos metabólicos deben planificar cuidadosamente su dieta, evitando las frutas con alto contenido de azúcar y grasa.

