Ayer, el Tribunal Supremo Anticorrupción no celebró una audiencia ordinaria en el caso del presidente del Comité Antimonopolio, Pavlo Kyrylenko, acusado de enriquecerse ilegalmente con más de 72 millones de grivnas. Este es el segundo caso consecutivo de interrupción de un juicio.
En esta ocasión, el motivo fue la solicitud de recusación de la defensa contra el juez. Según informó el Centro Anticorrupción (ACC), los abogados alegaron la presunta violación del principio de distribución automática de jueces. Un argumento adicional fue que el esposo de la jueza trabaja en la empresa estatal Ukrenergo, investigada por la Comisión Anticorrupción. Al mismo tiempo, la defensa no pudo explicar cómo un empleado común de la empresa pudo influir en la decisión del tribunal.
Esta es la segunda audiencia consecutiva que no se celebra: la anterior se vio interrumpida por la incomparecencia del abogado de Kyrylenko. Esta conducta levanta serias sospechas de intentos de retrasar deliberadamente el proceso.
Hoy es una fecha especial: el 5 de agosto, expiran todas las obligaciones procesales impuestas previamente al sospechoso por el Tribunal Supremo de Ucrania. En particular, estas incluyen:
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restricciones al derecho a viajar al extranjero;
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prohibición de contacto con testigos;
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obligación de entregar pasaportes extranjeros.
Si el tribunal no tiene tiempo para considerar la impugnación y celebrar una audiencia antes del final del día, Pavlo Kyrylenko quedará prácticamente sin restricciones legales. Esto crea una amenaza de presión sobre los testigos, la posibilidad de huir del país o evadir las investigaciones.
Los activistas de derechos humanos han enfatizado repetidamente que manipulaciones legales similares (retrasos, incomparecencias, recusaciones) se utilizan a menudo en casos que involucran a altos funcionarios para eludir la rendición de cuentas. El caso Kyrylenko es otro ejemplo de estas prácticas que socavan la confianza en el sistema de justicia anticorrupción.